Un análisis de la Base de Manta
estilo otavaleño, con camisa de tela hindú y pantalón blanco, que compran en un puesto del
malecón, a la otavaleña Rebeca Tabango, a 12 dólares. Se casan en la playa, a la caída del sol o
bien por la mañana»
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.
De igual forma, aunque en menor proporción, son las mujeres de Manta las que
más conocen a mujeres que se han casado con estadounidenses del FOL.
Dicen que la felicidad del pobre dura poco y parece adecuarse a la realidad de estos
sueños, pues los matrimonios con los estadounidenses no duran o se deshacen de
hecho cuando estos se marchan a otras tierras:
«Lo que fácil se arma, fácil se desarma. Sea por amor o interés. De las ocho parejas que se casan
cada mes, dos terminan divorciándose luego de un año de convivencia. Generalmente, porque ellas
resultan ser infieles. Y así como son rápidos para casarse, lo son para divorciarse. Ellos terminan
quedándose con la potestad de los hijos. La que logra mantenerse unida con un gringo tiene el
futuro asegurado. No sólo ella, sino su familia. De allí que ya no resulta sorpresa para los
funcionarios del Registro Civil que desde el 2001 hasta la fecha se hayan registrado 250 matrimonios
y cerca de 350 inscripciones de menores»
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Revista Vanguardia, si bien da cuenta de lo rápido de los divorcios, deja mucho que
desear en el análisis de una realidad mucho más compleja a la que se enfrentan las
chicas que se casan con un soldado estadounidense:
«Mi matrimonio iba bien. Lo había conocido en el Nashville South
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por intermedio de unas
amigas y nos casamos a los dos meses de salir. Dos meses después tuvo que volver a Florida, para
eso yo ya estaba embarazada. Me dijo que me llevaría pero se estaba dando vueltas al asunto y
cuando yo ya insistí porque quería que mi hijo sea americano y nazca allá, me notificaron que mi
matrimonio no era válido, porque había una ley que desconocía los matrimonios de los soldados en
el extranjero cuando ellos ya tenían esposa en Estados Unidos, y él había sido casado. Finalmente
vino para inscribir al niño y acordó enviar dinero. Hasta ahora estoy esperando el dinero»
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«Me sorprendió porque solo teníamos un mes de compromiso. Yo no quería casarme aunque él
quería mucho a mi bebé, que lo había tenido de un compromiso anterior… me embaracé sin
querer y decidí casarme. La cosa estuvo bien hasta que se fue… y ya son dos años. Dice que está
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Revista Vanguardia. Quito, 12 de diciembre de 2006.
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Revista Vanguardia. Quito, 12 de diciembre de 2006.
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Otro de los bares acondicionados para los militares estadounidenses
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Entrevista a una madre adolescente. Manta, marzo de 2007.
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