Machachi – Pichincha. La joven Sayra Pastuña, de la comunidad de Quilatoa de Zumbahua, estaba regresando a su casa con su hermano, el pasado 11 de octubre de 2019, cuando a la altura de Machachi fue impactada por una bomba lacrimógena en su rsotro[1].
«El lunes [7 de octubre de 2019] salimos todos de la comunidad a Quito, yo me regresé antes pero ella se quedó en el paro. El viernes en la tarde estaba regresando a las 9 de la noche cuando en Machachi le dispararon. Todos venían del Quilatoa. Hubo dos carros de militares en Machachi, donde a mi hija le impacta una bomba lacrimógena en el hombro y de ahí salta a la boca. Le acaban las seis muelas y queda fracturado, roto la boca.
Soltaron cuatro o cinco bombas, dicen que pasaron saltando, pero no sabemos qué pasó. Mi hija estaba con su hermano cuando pasó eso, allá le llevaron al hospital de Machachi, pero no tenían remedio, decían que no hay doctor por el paro, por eso le trasladaron al Hospital General. Ahí, el doctor dijo: no hay especialista, si quieres tenerla aquí, la tengo pero aquí no hay doctores especialistas, así que lleva, sino hay que pasar a Quito, Ambato o Cuenca, yo no tengo remedio.
Estaba el hueso en la garganta ahí no pasaba nada, solo botaba baba, de ahí le llevamos a la clínica a Latacunga, ahí enseguida le hicieron exámenes y le operaron, ahí se salvo. Ahí estuvo dos días y noches.
El tratamiento va durar un año y la operación costó 3500 dólares. Hemos recogido el dinero de colaboración y mi otra hija que falleció el año anterior pasaba para la comida. Somos de la tercera edad y yo también soy operado, no puedo trabajar, aquí a las personas de tercera edad ya no cogen para el trabajo. Ahora pasamos en la casa».
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En la ficha médica de Sayra dice que sufrió un impacto de bomba lacrimógena en el brazo izquierdo y en el rostro que le generó un trauma facial complejo y una fractura maxilar y en la clavícula izquierda.
Actualmente, Sayra se encuentra guardando reposo en su casa. No puede comer nada solo puede tomar líquidos. Su familia se encuentra endeudada con la clínica y busca colaboración para seguir con el tratamiento.
[1] Testimonio de su padre César Pastuña Ilaquiche, agricultor de 63 años.