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A través de la fotografía de una persona desaparecida  

Por luxor2608
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Por Paul Pullupaxi*

La fotografía es un recurso de comunicación que permite expresar un mensaje a través de la imagen y, que de acuerdo al semiólogo francés Roland Barthes, se convierte en la “inmovilización del tiempo” y en un “testimonio seguro”, como lo afirmó en su libro “La cámara lúcida”.

A través de la fotografía se puede despertar emociones y contar historias, se convierte en un recurso para expresar, entretener o informar. Ante toda esta variedad de oportunidades, familiares de personas desaparecidas también utilizan este  recurso para hacer público y denunciar la desaparición de sus seres queridos, con la esperanza de obtener respuestas durante el proceso de investigación y su localización.

Una fotografía podría ayudar a identificar a una persona desaparecida por medio de los rasgos que se muestran en la imagen. El historiador Boris Kossoy, dice: “el fragmento de la realidad grabado en la fotografía representa el congelamiento del gesto y del paisaje, y por lo tanto la perpetuación de un momento; en otras palabras, de la memoria: memoria del individuo…”.

Según el portal web de la Fiscalía General del Estado existen algunos puntos sobre cómo colaborar en las investigaciones. El primero, cuando se presenta una denuncia es necesario “proporcionar a las autoridades una fotografía reciente de la persona desaparecida”. Por medio de esa fotografía se identifican algunos rasgos físicos como el color de cabello y ojos, tez y contextura, edad y la ropa que vestía, si la foto fue tomada el día de la desaparición, y alguna otra característica relevante para la búsqueda. 

La última fotografía o la fotografía más reciente de una persona desaparecida es muy valiosa para familiares y autoridades. Quizá, una persona nunca sabrá cuando será la última vez que tomará una fotografía a un familiar. Así sucedió con Isabel Cabrera, hija de Leonor Ramírez, desaparecida el 29 de abril de 2011 en el centro de la ciudad de Quito. Ella, relata: “la foto más actualizada es la que yo siempre ando a llevar en mi cartelito, esa es la única foto que yo le tomé antes que mi madre desaparezca (…) en la foto está con ese saquito moradito de lana”. Esa fotografía fue tomada el 28 de abril a las 7 am, un día antes de la desaparición, posteriormente miembros de la Policía Nacional tomaron la misma fotografía para realizar el afiche de información de persona desaparecida que muestra como encabezado la frase “¡Ayúdanos a encontrarla!”, junto a otros datos que otorgan detalles  adicionales para el proceso de búsqueda.


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Isabel Cabrera sostiene la fotografía de su madre, Leonor Ramírez, durante la marcha por el día internacional de las personas desaparecidas 2019 en Quito. Foto: archivo. 

La fotografía de una persona desaparecida es un retrato real de un momento de la historia que permite crear un acto de memoria. Así es como en Ecuador, varias fotografías forman parte de la memoria social que, a criterio de Antonio Pantoja, “hoy requiere de la imagen, que es lo que convoca con mayor fuerza los recuerdos de las sociedades actuales respecto de adquirir conocimientos de la realidad histórica”.

Algunas fotografías de personas desaparecidas se han convertido en un símbolo de lucha para exigir justicia y verdad. Por ejemplo, al buscar en internet: “Hermanos Restrepo fotografías” o “Juliana Campoverde fotografías” encontraremos las imágenes icónicas de estos dos casos de personas desaparecidas. La foto a blanco y negro en la que se presenta Santiago y Andrés Restrepo y la foto de Juliana Campoverde con un saco color lila se han convertido en fotografías impregnadas en parte de la memoria social ecuatoriana que posteriormente se incorporaron en afiches, carteles, murales y espacios que permiten visibilizar su situación de personas desaparecidas.


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Madre de Juliana Campoverde después de la audiencia del 13 de marzo de 2020 en la Corte Provincial de Pichincha. Foto: archivo. 

Los espacios públicos son los lugares fundamentales para la difusión de la memoria. De acuerdo al profesor Cándido Monzón, estos espacios son los lugares “por donde la gente puede transitar, puede contemplar y participar en la actividad que se está desarrollando”. Por ejemplo, cuando desapareció la joven colombiana Carolina Garzón, la Plaza Grande se volvió el escenario de protesta por las personas desaparecidas, siendo las fotografías parte esencial.

Carolina fue vista por última vez el 28 de abril de 2012, cuando ingresó al baño de su casa, en el sector Monjas, ciudad de Quito. Su padre, Walter Garzón, al enterarse de la desaparición de su primogénita viajó desde Colombia hacia Ecuador para exigir la búsqueda de su hija. “Walter empezó a manifestarse con pancartas y afiches en la Plaza Grande, primero con poca gente y luego junto a más familiares de personas desaparecidas que exigían investigaciones correctas e idóneas del Estado”, recuerda Alix Ardila, madre de Carolina. Para Alix, las fotografías en afiches y pancartas sirve para “que reconozcan el rostro de los desaparecidos o si en algún sitio lo han visto, también es para que nos ayuden a difundir. Es nuestra bandera para continuar en la lucha”.

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Alix Ardila y familiares de personas desaparecidas durante un plantón en abril de 2019 realizado en la Plaza Grande de Quito. Foto: Asfadec.

 

Para Pilar Tobar, hermana de Camilo Tobar, desaparecido en Cumbaya – Pichincha, el 17 de abril de 2012, mirar nuevamente las fotografías de Camilo es “volver a vivir ese momento (…) Me gusta la foto de mi hermano que tenemos en los afiches porque él está sonreído, él era así. Él era una persona buena, agradable, contenta; entonces, eso es lo que procuramos nosotros transmitir” a la gente que no conoció a Camilo. Con esa foto, la familia Tobar Abril recorre el país en busca de que alguien reconozca el rostro de Camilo y de una pista sobre su paradero.

 
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María Abril muestra el modelo de afiche que fue colocado en varios lugares para la búsqueda de su hijo, Camilo Tobar. Foto: archivo. 

Los carteles, camisetas, banderas, pancartas y otros objetos que llevan los familiares de personas desaparecidas a las manifestaciones, muchas veces tienen impresa una fotografía de la persona desaparecida. En ocasiones esa fotografía puede ser modificada a través de técnicas como la serigrafía, por ejemplo, que permite la nueva presentación y difusión de la fotografía original pero, de otra forma.

El público que transita y mira las fotografías de personas desaparecidas, en algún plantón, en ocasiones se comporta de una forma interesada o indiferente ante la situación. Isabel Cabrera, presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador (Asfadec), cuenta que “hay ocasiones en que las personas le ponen importancia y dan interés  al dolor de las familias. No son solamente insensibles, también hay personas de buen corazón, a veces se acercan y dicen: yo le conocía a la persona, yo a la señora le veía por tal lugar, a veces estaba por acá…”. Para Roland Barthes, ante la fotografía el espectador suele mostrar un interés y a través de ella lo profundiza en forma de “una herida: veo, siento, luego noto, miro y pienso”.

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Familiares de personas desaparecidas también recorrieron las calles de Quito en la marcha por el día internacional de la mujer 2020. Foto: archivo.

Así, la fotografía de una persona desaparecida no es únicamente una imagen, sino “también es un vestigio, un rastro directo de lo real, como una huella”, dice Susan Sontag en su libro “Sobre la fotografía”. Esta tiene un valor especial y se convierte en un recurso de denuncia ante las autoridades de seguridad, un lugar en la memoria social, una herramienta que se apropia del espacio público, pero sobre todo, la fotografía es la captura de un instante impregnado en la memoria de familiares de personas desaparecidas que mantiene viva las exigencias de búsqueda y la esperanza de encontrarlos un día.

Alix Ardila comenta que “existe un mural en la Universidad Francisco José de Caldas, de la ciudad de Bogotá – Colombia, donde Carolina estudio, que cada año lo actualizan con el afiche de Caro. Yo he cambiado algunos carteles porque con el tiempo se van extinguiendo”. También, dice que el espacio es muy interesante y aliviador porque “la gente toma interés en visibilizar, en ayudar a denunciar esta problemática que es a nivel mundial y se solidarizan”.

La fotografía provoca que las personas desaparecidas sigan presentes para incomodidad del Estado y sus autoridades, y para avivar la fuerza que guía a sus familiares a seguir luchando.   

 
*Paul Pullupaxi
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central del Ecuador. Comunicador Social en Inredh.

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