El secuestro y posterior asesinato de tres periodistas ha conmocionado las fibras más íntimas de la sociedad ecuatoriana, que ha reaccionado con indignación y solidaridad. A esto se suman las muertes de militares y pobladores civiles durante décadas en toda la región de frontera norte del Ecuador.
Hoy, Ecuador asiste a un dilema ético: plegamos a una agenda militar que no ha logrado resolver el conflicto interno en Colombia durante casi sesenta años y que se ha externalizado al Ecuador por décadas, dejando como reciente huella la muerte de tres periodistas; o nos proponemos una agenda distinta que permita mirar la defensa y soberanía nacional desde otras aristas, y que fortalezca a los territorios de manera integral y desde la paz.
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