Por Verónica Yuquilema Yupangui*
Cuando niña, la palabra india me excluyó, me hirió, me vejó, me humilló y por eso luché, lucho y lucharé para que nadie ose usarlo de manera indiscriminada.
Sin embargo, el término indio por sí mismo, queridos Luis Eduardo y Andersson, no nos ofende, no nos hiere, no reproduce el racismo. De hecho la gran lideresa Domitila Quispe en Bolivia resignificó esta adjetivación colonial al declarar: “Indio fue el nombre con el que nos sometieron, indio será el nombre con el que nos liberaremos.”
No, no es el término. Lo que sí constituye racismo, a quienes lo dicen en racistas y al sistema que lo perpetua en colonial, es el sentido, la forma, el contexto y el poder que engendra esta palabra, que en esta ocasión, ustedes lo gritan a los cuatro vientos en los programas transmitidos por el canal de La Posta. No es broma, no es chiste. Es racismo, es el colonialismo más puro. Pues ustedes desde su privilegio de hombres, heterosexuales, blanco-mestizos usan la expresión indio para perseguir a un grupo determinado históricamente encarcelado, asesinado, violentado y esclavizado por la clase privilegiada que hasta hoy sigue gobernando el país. Su intención de “perseguir a los cabecillas” del Levantamiento Indígena y Popular es tendencioso y racista, porque al verlos, la pregunta que me salta es ¿Por qué no se usa el mismo tiempo y dinero para combatir a los verdaderos culpables de esta debacle económica, que dicho sea de paso, data desde inicios de la República – pues no sólo se resume al de los últimos años- y se ha agudizado porque cada gobernante que no ha sido indio, por si acaso, ha vendido a nuestro país al mejor postor?
Ciertamente, quien no ha nacido siendo indio, en un país donde el indio era animalizado y salvajizado hasta el siglo pasado, jamás podrá entender la dimensión de vivir con esa lucha en las espaldas. Jamás entenderá lo que la palabra indio significa para un niño o una niña que está en la escuela luchando por ser tratada como persona, dejando de vivir su niñez plenamente. Esta texto no es para exigirles comprensión sino respeto. Les exijo que dejen de lado su cómodo lugar que les ha condenado a una ignorancia profunda y lean la historia que existe más allá de sus ojos de hombres blanco-mestizos.
Leyendo la historia y re-escribiendo la historia a través de la memoria de nuestra/os abuela/os nos enseña que la palabra indio evocada inmisericordemente por ustedes en sus programas e inventada en el siglo XV por los colonizadores españoles fue la justificación moral y legal para cometer uno de los más grandes genocidios y epistemicidios en el mundo.
No es Leonidas Iza. No es Jaime Vargas. No es el páramo. No es la pluma. Es el colonialismo, el heteropatriarcado y el capitalismo que ustedes diseminan en sus programas los que condenan al país al retraso.
Cuando ustedes, Luis Eduardo y Andersson, sin el más mínimo reparo repiten sin cesar: “indio encontrado, indio preso” o los meteremos presos hasta que se acaben u osan hablar de nazismo, nos dejan claro que su pensamiento está sumido en una ignorancia desmedida y atrevida.
Somos más de un millón de «indios» e » indias» autodeterminada/os como tal y si recontamos la historia de brutal blanqueamiento y mestizaje social y cultural que nos impusieron, podríamos decir que somos la mayoría de ecuatorianas y ecuatorianos a los que directamente violentan sus palabras. Ya sé que van a decir que ésta es otra muletilla más para victimizarnos y tapar el sol con un dedo, que ustedes no son racistas porque el señor Vivanco incluso tiene tatuado un indio en su espalda ¡Vaya honor el que nos hace!. En este punto, nos avergüenza y hasta nos aterra la idea de que a pretexto de su indio tatuado, usted siga sumiendo a la población entera a su pensamiento colonial.
También sé que van a decir que este pronunciamiento es solo de una resentida y acomplejada. Estos argumentos los conocemos bien porque la historia que leemos y aprendemos junto a nuestros padres, madres y también en los libros de académicos no «indios» conscientes y reflexivos del epistemicidio del que seguimos siendo objetos, nos muestran que lo que ustedes hacen no es más que dar continuidad a un libreto histórico de perpetuación del colonialismo. El mismo colonialismo que nos etiquetó como indios y ahora como indígenas, es el mismo que intentó e intenta eliminar nuestras filosofías, epistemologías y ontologías de vida; es el mismo que vendía al indio como animal de hacienda en las pujas de los terratenientes usurpadores. Ese mismo colonialismo que ustedes se ufanan al repetir “Metemos presos a otros 200 y así hasta que se acaben”, no solo nos metió presos, nos mató, nos violó y buscó nuestra extinción, tal como lo sugiere “valientemente” el señor Boscán. Fue la palabra indio o india la que se usó y se sigue usando para someternos, atropellarnos, asesinarnos, perseguirnos, encarcelarnos, enjuiciarnos y como ustedes sugieren: desaparecernos.
En su programa del día 21 de noviembre de 2019, ustedes no están atacando a una o dos personas, están atropellando a cada uno y cada una de las personas que siendo runakuna –“india/o”– y siendo mestizos celebran su lado “indio”. Están cometiendo un acto criminal cuando hacen una oda a la violencia contra la/os india/o y eso, queridísimos periodistas es una aberración histórica. Es un desconocimiento total de la historia nefasta que nos atraviesa como ecuatoriana/os. El monstruo llamado racismo ya ha hecho daño suficiente a lo largo y ancho del mundo pero al parecer sigue recorriendo sus venas y ustedes de forma inconsciente –eso quiero pensar- lo están reproduciendo sin la menor vergüenza.
Al escucharles me convenzo que no es retórica cuando decimos que llevamos 527 años de resistencia en contra del colonialismo, capitalismo y patriarcado. Me convenzo que no es victimismo cuando acusamos de racismo tal o cual acción por más «ínfima» que parezca. No es complejo de inferioridad ni falta de amor propio. No lo es.
No lo es simplemente porque sus cuerpos no viven ni sienten lo que los nuestros soportan día a día, minuto a minuto. O acaso ustedes alguna vez han tenido que llenarse de valor y fuerza para sobrellevar los insultos de “me sale el indio de adentro” o “no te portes como indio”, al que somos sometidos en la cotidianidad, no hace 500 años, sino hoy, en pleno siglo XXI. Ustedes no saben lo que es vivir en un cuerpo ultrajado y despojado de su humanidad. No lo saben por eso vociferan en sus redes sociales la palabra indio de la forma en que lo hacen.
Llevo años sintiendo y luchando contra las huellas dejadas por el colonialismo y su cara más visible el racismo, llevo esa tarea porque cuerpos como el mío han tenido que luchar no solo en contra del republicanismo colonial actual sino también a su antecesor, la Corona de Castilla colonial, heteropatriarcal y capitalista. El tiempo que llevo en
ese
intento no son nada en comparación con lo que han tenido que vivir toda/os mis antecesora/es y sin embargo, debo confesar, que estoy realmente cansada de gritar, de exhortar, de exigir, de decir que en Ecuador hay racismo y es tan violento que los reproductores del mismo, no tienen un poco de sentido común al momento de decir “indio encontrado, indio preso”, solapando su racismo en la libertad de expresión. Es tan violento que las señoras privilegiadas de algún lugar de Ecuador, juegan a ponerle la pluma al indio Jaime Vargas y nadie, nadie condena aquello. Al contrario, lo pasan como una broma más.
Es tan violento que exhortan, como siempre, a encarcelar a los indios incitadores, vándalos y responsables de la crisis económica. Que los encarcelen hasta que dejen de existir, dicen y lo dicen sin escrúpulo alguno. ¡Qué vergüenza!
Si nos quieren dar lecciones de ética empiecen casa dentro. ¿Por qué no han dedicado su sapiencia y ejemplo de periodismo independiente, objetivo y transparente para condenar de la misma forma que a los “cabecillas indígenas”, a los líderes socialcristianos “de traje” Cynthia Viteri y Jaime Nebot que incitaron a la confrontación el pasado octubre? Existen evidencias suficientes sobre la violencia desatada a raíz de las declaraciones incitadoras de ambos y de hecho, la polarización que vive hoy el país en gran medida se debe a sus declaraciones racistas, clasistas, regionalistas y separatistas. ¿Por qué no se condena con la misma firmeza las declaraciones y acciones del Ministro de Defensa Oswaldo Jarrín que sin vacilación alguna en los momentos más álgidos del Levantamiento, públicamente manifestaba que las fuerzas armadas de ser necesario usarían armas de fuego en contra de la población en resistencia, causando el enardecimiento y la polarización de la sociedad ecuatoriana? ¿Por qué no han osado entrevistar a las distinguidas damas de la costa ecuatoriana que juegan a ponerle la pluma al indio Jaime Vargas y condenan su racismo? Si quieren darnos lecciones de ética, empiecen hurgando en la historia de familias honorables y honestas que respaldan su supuesta libertad de expresión.
Al escribir lo que escribo cuido cada palabra para evitar ser acusada de víctima, de acomplejada, de resentida social. Pero también lo hago para evitar crear o ampliar las líneas divisorias mentales y afectivas que hoy como hace siglos, está bien fragilizada en nuestro país. Lo hago porque aunque no tengan mucho eco mis palabras, ni tanto financiamiento para su difusión, sé que tengo la responsabilidad de fomentar la unidad, el respeto y sobre todo, un poco de humanidad.
Esa responsabilidad que me abrogo sin ni siquiera ser periodista, es el que les exijo a ustedes que se hacen llamar periodistas. Si se jactan de ser buenos periodistas responsabilícense de sus actos y hágannos un favor a toda/os la/os ecuatoriana/os: Lean la historia y léanla con el corazón y la mente abiertos.
Lean bien, edúquense bien que lo propio estamos haciendo nosotra/os, evitando así repetir la historia nefasta de este país, que junto a la élite política blanca-mestiza en el poder continuamos en el camino del empobrecimiento, seguimos siendo endeudados y seguimos creyendo que los ecuatorianos no somos lo suficientemente capaces de construir otro proyecto de país sin espejos ajenos, sino con colaboraciones horizontales entre sures.
Lean sobre quienes nos han gobernado durante los casi 200 años de República y podrán darse cuenta que no han sido los indios los que han empobrecido al país, muy por el contrario, somos los que hemos sustentado sus privilegios de clase, “raza” y género. Sí, nosotros sabemos de qué va su discurso clasista también.
Estas palabras que escribo se desgastarán en sus ojos y corazones, no les dirán nada. Cuando decidí escribirlo no sabía el tono que debía usar: si de rabia e indignación o de sensibilización. Surgió lo primero y como complemento surgió apelar a su sentido humano. Pues siento que estamos cansados de apelar al sentido común de la gente que irresponsable y parece que hasta intencionalmente insisten en dividir a la población ecuatoriana fomentando racismo. Estamos cansados porque parece que la razón es inútil frente a corazones heridos y necios. Entonces, queda optar por la sensibilización, queda buscar en la empatía alguna luz frente a la indiferencia.
Ustedes nunca entenderán lo que la palabra indio significa para una niña que está empezando su niñez. Nunca lo entenderán, eso lo sabemos. Por eso si les queda algo de humanidad, tan solo les exigimos que para empezar a sanar las heridas coloniales que se manifiestan en su racismo, re-conozcan su colonialismo, reflexionen, co-razonen y descolonicen su pensamiento y así, en algún momento, hágannos sentir orgullosa/os de llamarlos: periodistas ecuatorianos.
¡Basta de racismo! ¡Rechazamos el colonialismo!
* Kichwa Puruwa, abogada y ex coordinadora del área jurídica de INREDH.