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Una bomba lacrimógena le dejó sin audición

Por Yuli Gaona
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Quito, Pichincha. El movimiento indígena había convocado a todas sus bases a unirse al paro nacional en rechazo a las medidas económicas anunciadas por el presidente Lenín Moreno. Humberto Moreta, oriundo de Peguche, cantón Otavalo, Imbabura, llegó junto a sus compañeras y compañeros hasta el parque El Arbolito el lunes 7 de octubre de 2019.  Él es artesano y vende sus productos que elabora junto a su familia.
El viernes 11 de octubre, mujeres y hombres indígenas lideraron una marcha pacífica hacia la Asamblea Nacional; sin embargo, minutos después de llegar a sus exteriores, la fuerza pública arremetió en contra de manifestantes. A Humberto le cayó una bomba lacrimógena directamente a su oreja izquierda, perdió la audición.
Este es el testimonio de Humberto Moreta

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“Estuvimos en el parque El Arbolito, ahí nos concentramos pacíficamente, pero cuando llegamos a la Asamblea Nacional los policías comenzaron a bombardear. Yo filmé estos hechos el martes y el miércoles; sin embargo, el jueves y viernes ya no teníamos señal.
El viernes hicimos otra marcha con toda la gente hacia la Asamblea Nacional, estábamos con mujeres, niños, de todas las edades. Sólo por un caso de que alguien haló la valla con una soga, solo eso fue y por eso comenzaron a bombardear, disparaban directamente al cuerpo.
Justo en ese momento, yo corrí hacia la parada del trolebús (Eugenio Espejo), me quedé un rato ahí y vi mujeres que estaban aún entre los gases. Entonces, alcé mi mano para que las mujeres pasen. En eso, volví a alzar la mano de nuevo, pero caí al suelo. Me dieron en la oreja (izquierda) con un disparo de bomba de gas. Sentí un golpe fuerte y comencé a sangrar. Me había caído la bomba en mi oreja izquierda y el gas se quedó ahí; por suerte no fue de frente porque si no me hubiera muerto. Debido a eso, no podía caminar y me mareaba mucho.
Luego me llevaron a una casa porque no se podía entrar al hospital, me quedé ahí por 20 minutos; después llegaron paramédicos para llevarme al hospital Eugenio Espejo. Y ahí también, cuando me llevaban cargando, los policías nos bombardeaban. Llegué a emergencias, ahí me decían que no me duerma.
Hasta ahora tengo daños en los nervios, no me funciona bien el ojo izquierdo, ni la boca. Los médicos se asustaron porque creían que me habían fracturado todo, pero la suerte de Dios me ayudó y me dio otra oportunidad de vida porque a pesar de que el golpe fue muy fuerte no me llegó al hueso. El sonido de la detonación sigue ahí, es un sonido fuerte y escucho solo en eco. Pero los médicos me han dicho que con tratamientos si me voy a recuperar.
Yo creo que la ministra María Paula Romo debe renunciar porque no merece estar en ese puesto. Nosotros somos humanos, no somos animales para que nos disparen de frente. Se tiene que hacer justicia no solo por mí sino por todos. Hay muchos muertos y cuando estuve hospitalizado llegaron muchas personas indígenas con problemas en sus ojos.
Señora María Paula, usted dice que no existe represión, pero yo digo que sí. Nos dispararon directo al cuerpo y eso no se hace.
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Ahora, Humberto tiene que recibir terapias y tratamientos para superar los traumas y la inflamación de su oreja izquierda.

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