Quito – Pichincha. Cerca de 47 mujeres y hombres fueron detenidos en el centro histórico durante las protestas sociales, el pasado 9 de octubre de 2019. Juan Recalde[1], joven de 28 años y dirigente indígena, fue detenido también pero lo separaron del grupo. Con su wipala[2] le intentaron ahorcar, lo golpearon con el tolete y en la noche lo subieron a un patrullero, colocaron una funda sobre su cabeza para que no vea la ruta. Siete horas pasó desaparecido.
Aquí el testimonio de Juan.
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«Con la dirigencia hicimos la invitación voluntaria al pueblo y el día lunes nos trasladamos a la ciudad de Quito. El miércoles [9 de octubre] realizamos la marcha pacífica con todas la autoridades y líderes de nuestro país. Fuimos por la avenida 10 de Agosto en una marcha y por un callejón de La Basílica nos lanzaron gas los policías y las Fuerzas Armadas, era como las 14:00. Todos ellos nos empezaron a atacar.
Tipo a las 15:30 cuando acababan de lanzar gas, nosotros nos salimos corriendo por la calle y nos dirigimos por la parte de atrás de La Basílica [centro histórico de Quito] junto a otros compañeros. Nos estábamos yendo en grupo para la Casa de la Cultura, al parque El Arbolito, pero yo me sentía un poco mal con mis pies y paré un ratito, me quedé atrás de la Iglesia en un parque, me senté.
Mis compañeros se fueron adelantando como dos o tres minutos, entonces empezaron a bombardear a los estudiantes que estaban manifestando, que eran estudiantes secundarios y universitarios. También había gente adulta, de tercera edad, menores de edad, había guaguas, pero atacaron a todos brutalmente. Empezaron a bombardear, entonces como yo estaba un poco mal de pie, me levanté y quería correr por donde iba un compañero, entonces con la moto empezaron a cruzar, me cerraron el paso, quise correr por detrás de la Iglesia, pero me cerraron el paso ya con caballos. Me quedé en el medio solito con mi cuñada.
Nos quedamos parados y yo estaba cargado mi carnet de que estaba ayudando [en la marcha] a dirigir como guardia indígena como parte de la juventud. Vieron el carnet que yo tenía, también estuve con wipala de arcoíris; de nuestro movimiento, no tiene ningún sentido político sino que es de nuestra organización, de nuestro ser, es el arcoíris que nosotros representamos, y un policía venía señalando con el dedo y decía: ahí está un dirigente, ahí está el dirigente indio, cojamos a él.
Vinieron de atrás y me golpearon, me caí al piso, luego me cogieron del cuello y me arrastraron por todo el parque de La Basílica. Luego otra vez me golpean, eran como 20 policías, imagínese 20 contra uno que nos ataquen, sin razón sin motivo. Vinieron y me golpearon por todo el cuerpo.
Después me empezaron asfixiar con mi bufanda de wipala y me llevaron junto con otros jóvenes que habían sido detenidos en ese momento, me incluyeron con ellos. Me llevaron a Carondelet, ahí había un policía que hasta ahorita me acuerdo el nombre y apellido porque lo vi en su uniforme. En Carondelet me dijeron: “ahora si hazte el machito indio, ahora si protesta, ahora si grita ¡Aquí está Carondelet, que tanto querían entrar a Carondelet, ahí está tu gobierno!”. Me cogen de nuevo de la bufanda y me intentan ahorcar, luego me botaron gas en la cara, empecé a lagrimear.
Le dije que me suelte, que no le he dado ningún motivo, ninguna razón, que nosotros solo estamos haciendo marcha pacífica, entonces ustedes sin motivo, me están agarrando, me están maltratando, entonces me dijeron: calla, calla.
Después me llevaron contra la pared y me tenían esposado con las manos para atrás y de rodillas por dos horas. Luego de eso me hicieron parar y en la noche, tipo 19:00, me subieron al bus junto a los hombres y mujeres que estaban también retenidos. Era oscuro, no tenía reloj ni nada para ver la hora, pero ya era de noche empezaron a encender las luces.
Fui en el bus con todos los detenidos que eran 47 jóvenes, nos hicieron subir. Luego nos trasladaron a ese lugar que no conozco, a nosotros nos llevaron en el bus con 20 policías, pero nos hicieron agachar dentro del asiento para no poder ver absolutamente nada, porque ellos decían que no alcemos la cabeza porque de pronto puede llegar un piedrazo a la ventana o algo puede herirnos. Nos tenían aplastado dentro del asiento, al momento cuando llegamos era un cuarto grande, como un garaje dentro de la casa. Había como tipo cárceles para guardar, para dividir los cuartos.
Al llegar allá me separaron del grupo de los 47 jóvenes que estuvieron y me entregaron a otras manos, a otra persona y le dijeron: éste es el dirigente indígena que está aquí, dice veamos cómo hacemos, al resto que se lleve detenido.
Luego me empezaron a botar gas y a maltratar. Me golpearon con el tolete en la cabeza y me pisaron los pies. Otra vez me intentaron de asfixiar con la bufanda, ahí es cuando me la quitan, me la sacaron. Me dicen, qué es lo que podemos hacer con usted. Le digo: nada. Ustedes que me tienen acá han de saber cuál es el proceso, yo solo respondí eso, entonces dijeron: a él tenemos que llevar a un lugar donde podamos hacer algo.
Me esposaron nuevamente, me hicieron salir de ese garaje y subir a una patrulla con cuatro policías. En el carro me ponen una funda en la cabeza para que no pueda ver a donde me trasladan, era como una media hora que me llevaron puesto una funda y me preguntaron ¿De dónde vengo? ¿A qué pertenezco? ¿Quién está organizando esta huelga? ¿Quién está encabezando el paro nacional? ¿Quién es el representante, quiénes son los dirigentes? ¿Cómo sacaron a la gente de la comunidad para acá? Todo eso. Ellos me amenazaron, me decían: nosotros te vamos a dejar matando en el puente.
Luego me hicieron bajar de la patrulla, me quitaron la funda, era un puente. No conozco ese lugar, en ese momento yo me sentía desesperado de lo que podía pasar, dentro del puente era bien oscuro, me quitaron los cordones de los zapatos del lado derecho con eso me empezaron asfixiar, me golpearon en el cuerpo, en toda parte. Ahí me dicen: todas las preguntas que te hice me respondes o qué quieres pasar. Yo no respondía absolutamente nada. Solo me quedé callado y otra vez me intentaron asfixiar más duro y me sentía bien agotado, me sentía que no podía respirar, me decían quieres vivir o quieres morir.
Me están secuestrando, me quieren asesinar, pero la culpa nosotros no tenemos, estamos saliendo a defender nuestros derechos, estamos saliendo a defender porque la situación de la vida del país es tan compleja, no estamos haciendo nada malo, por qué motivo, por qué razón me quieren asesinar, yo solo eso sentía, eso pensaba.
Ellos me decían: quieres vivir o quieres morir. Nuevamente me dicen que suba a la patrulla, era como cinco minutos y me fui callado en el carro. Me dijeron que responda, que hablé. Me golpearon de lado a lado y no respondí. Luego me dispararon, pensé que era malo. Me dispararon, se rompió mi pantalón y el teléfono, gracias al teléfono es que me salvo. No sé qué bala era, pero no atravesó. Mi rodilla quedó bastante golpeada y un fuerte dolor recibí, entonces el teléfono se destruyó totalmente.
Empecé a responder algunas cosas y así llegamos al parque El Ejido [centro norte de Quito] cuando estábamos ahí me dijeron: deje ver su billetera, como estaba esposado no me podía mover. Ellos me quitaron mis documentos, me cogieron mi nombre, mis datos, me pidieron el número de teléfono. Si no das tu número de teléfono veras lo que pasa aquí, dijeron. Entonces me empezaron a golpear, di mi número. Luego el carro se detuvo en el parque. Ahí ya no tenía la funda y veía por donde me traían, entonces en el parque El Ejido me botaron y me dieron la libertad.
La Policía decía estamos en estado de excepción porque no puedes quedarte dentro de la casa, aquí nosotros te podemos matar y botarte en la calle, aquí nadie puede reclamar. Yo decía porqué, nosotros no tenemos nuestros derechos o solamente ustedes tienen derecho o porque se declaró estado de excepción ustedes quieren hacer lo que les da la gana, les decía. Tipo 21:30 de la noche me botan al parque y gracias a dios después me salvaron los paramédicos, ellos me rescataron, entonces me llevaron a la Casa de la Cultura».
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Desde las 15:00, del 9 de octubre de 2019, se desconocía el paradero de Juan. Su familia estaba refugiada en la Universidad Salesiana y esperaba que regrese pronto, pero los dirigentes anunciaron en la Ágora de la Casa de la Cultura que desconocían el paradero del joven. En horas de la noche, la cuñada del dirigente, tras ser liberada por ser menor de edad, informó en la Universidad Salesiana que Juan se encontraba detenido.
Su detención no fue legalizada, no le llevaron a ninguna Unidad de Flagrancia ni ante la autoridad respectiva, lo detuvieron y lo aislaron sin que nadie sepa de su paradero hasta las 21:30, aproximadamente, hora en que queda libre.
[1]Nombre ficticio por cuestiones de seguridad.
[2]Es una bandera cuadrangular de siete colores utilizada por algunas etnias de la cordillera de los Andes
Desaparición temporal: siete horas de agresión policial
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