Carlos Poveda |
25/08/2015 |
El 15 de agosto: el día que la muerte visitó Latacunga |
En la memoria colectiva de las y los latacungueños, nos insertaron una información que pasaría tan desapercibida como la tranquilidad de nuestro volcán Cotopaxi; que apenas el coloso emita cenizas o exista alguna manifestación eruptiva la inminencia de una catástrofe sería inmediata y rápida, con un coste inimaginable, ya que los veinte minutos que demoraría en bajar el deshielo de los glaciares sería tan corto que apenas alcanzaríamos a correr a sectores muy cercanos donde, en el mejor de los casos,evitaríamos que nos alcancen las inundaciones.
El viernes 14 de agosto en Latacunga en horas de la mañana desconocíamos totalmente que nuestro Cotopaxi había expulsado ceniza, especialmente en Machachi, si no hubiera sido por los medios de comunicación social de la ciudad de Quito, ni nos habríamos informado de este proceso eruptivo. En nuestras pequeñas calles ya se comentaba de esta noticia, conversaciones cargadas de temor y de decisiones de salir de forma inmediata de la ciudad; sin embargo, de alguna manera esa sensación de miedo nos iba recorriendo, con una molestia de no poder vivir en paz, no solo por la situación política sino ahora por un desenlace natural.
Como si fuera poco, la detención de cuatro personas en el sector del Chasqui, muy cercano al volcán, el día 13 de agosto en el levantamiento indígena, también presagiaba la radicalización de esta protesta, pero los primeros reclamos se empezaron a sentir, por cuanto, a pesar del respaldo a este levantamiento, resultaba ilógico “encerrarnos” e impedir evacuar.
La audiencia de calificación de flagrancia tenía que evacuarse a las 15H00, momento antes observamos otra columna de ceniza, que anunciaba un posible desastre. Las proclamas de rechazo al levantamiento en la ciudad por el cierre de la panamericana crecían rápidamente; por cuanto empezaba ya una evacuación voluntaria y propia.
Al llegar a la Corte de Justicia de Cotopaxi nos esperaban personal antimotines de la Policía Nacional y del otro lado, un grupo nutrido de indígenas que presionaban la salida de sus compañeros detenidos. A esa hora no existió atención judicial por el “temor” a que los manifestantes se tomen estas instalaciones.
Un sentimiento contradictorio de salir corriendo y cumplir la audiencia pasaba por nuestras cabezas, pero se instaló este acto jurisdiccional, en donde la impotencia, la injusticia y la hoja de ruta cumplida por el juez de “Garantías Penales” salió a la perfección, solo uno de los cuatro obtuvo su libertad por cuanto tiene párkinson y fue golpeado en su aprehensión, situación que conmovió a la Fiscal que solicito medidas alternativas.
A los tres se le dictó prisión preventiva, en medio de un accionar patético del Juez que jamás reviso el expediente de Fiscalía para exponer sus argumentos legales y encontró cualquier pretexto para negar la posibilidad de libertad. Llegó a pedir que las sentencias de la Corte Nacional de Justicia y Constitucional exhibidas, tuvieran que ser certificadas para poder acoger el pedido de la excepcionalidad de la privación de libertad para miembros de pueblos indígenas en virtud del artículo 10.1 y 10.2 del Convenio 169 de la OIT.
Lo cruel para estos tres detenidos fue el traslado el día sábado 15 de agosto a Guayaquil; tres indígenas catalogados como “peligrosos” y encerrados con PPL en una ciudad donde no se desarrolla el caso y tampoco están sus familiares. En idéntico sentido se intentó actuar en contra de la activista ecológica Margoth Escobar llevándole a Cuenca al centro de privación de libertad regional, cuando su caso y familiares se encuentran en la ciudad del Puyo.
A la salida del complejo judicial explicamos al resto de personas que debíamos esperar e hicimos un llamado para que aperturen el paso de Latacunga a Quito, por la emergencia en la que estábamos. Subidos en una camioneta los abogados, entre mestizos e indígenas, y con el volcán echando ceniza, pedimos tranquilidad y desmovilización; no había otra alternativa. El Cotopaxi se alió a la revolución ciudadana.
En la noche del viernes 14 de agosto empezó a circular una fotografía del volcán ya emanando lava; sin embargo, luego se conoció que no pertenecía al Cotopaxi; esto motivó a que más habitantes salgan de la ciudad.
Una sola emisora local aclaró de este particular, a eso de las 22 horas y que nos mantengamos tranquilos.
Por desventaja el dial de esa radio al otro día quedó sintonizado en el mismo sitio. Fue una noche larga, tensionante, donde solo existían mensajes y llamadas de familiares, pero los rumores seguían difundiéndose, indicando que era cuestión de horas la erupción.
A eso de las 08H10 del sábado 15 de agosto, al encender la misma radio emisora, la voz entre asustada y disonante del propietario de ese medio, decía “…están bajando lahares del Cotopaxi, salgan con tranquilidad de sus casas, tienen 20 minutos para evacuar…”. No bien pronunciaba esta aseveración, el comunicador propietario, que por cierto manifestaba que se encontraba en la ciudad de Ambato,pedía que el Gobernador de Cotopaxi,quien le había informado sobre esta novedad, salga al aire. Hasta ahora esperamos que lo haga.
Menos mal habíamos dejado una mudada y las mochilas listas para una posible evacuación, debíamos caminar y llegar a la casa de un familiar en una zona segura. El grito despavorido de una vecina “EVACUEN, EVACUEN, YA BAJAN LOS LAHARES, SALGAN DE SUS CASAS”, me resuena, así como las sirenas por todo lado.
Al salir de nuestro domicilio la mascota no quiso ir con nosotros, lo dejamos libre en medio de los llantos de una de mis hijas que entró en un pánico profundo, gritando que “no quería morir”, que le daba miedo, así como vislumbrar a personas en pijamas, sin zapatos, con sus niños en camisetas, corriendo pero sin rumbo. Algunas mascotas fueron llevados en brazos de sus dueños, la mía nunca quiso salir del lugar y se le dejó en libertad.
En la primera esquina la imagen de una señora de edad, con una ollita en sus manos, temblando y rezando subiéndose a un taxi, y decenas de vehículos que pitaban, nadie hacía caso de nada, madres de familia con los coches de sus hijos con lágrimas sin rumbo definido. Los vehículos obstruían el paso de los peatones, teníamos que pararnos en media calle y alzar las manos, gritando que paren para poder pasar. Los militares de la Fuerza Aérea salían en precipitada carrera, uno de ellos con el CPU entre sus brazos, mientras no miraba a nadie para huir.
La caminata se tornó interminable, pesaban los pasos, agitados por el terror, y en la siguiente esquina un choque entre una motocicleta cuyo conductor era una persona en pijama y una camioneta, sin percatarse mi hija, que seguía llorando, salió presta a ayudarle y en el medio un vehículo estuvo a punto de atropellarle.
Debíamos seguir en grupo y no desarticularnos, esa fue la misión de ir al frente, con la preocupación de atravesar el río Cutuchi, esperando que un tsunami estuviera encima de nuestras humanidades. Un ambiente no de miedo sino de terror y pánico, acompañaba en la caminata. Al llegar a la calle General Proaño que sube al Comando Provincial de Policía, se observó vehículos particulares de policías,repletos en su interior, salían en despavorida carrera, llegando también a parar su tránsito para que los peatones podamos pasar. Minutos antes, otros policías tumbaban las puertas de los vecinos que viven cerca del río Cutuchi obligándoles a salir de esos lugares.
En medio del drama existieron muestras de solidaridad, al ofrecer gente desconocida sus domicilios para permanecer, eso fue lo rescatable de una jornada que nunca debió haberse efectuado.
Al llegar a nuestro destino, los parlantes de algunos locales anunciaban una rueda de prensa provincial, donde el dueño del medio de comunicación que desinformó le emplazaba al gobernador de Cotopaxi para que asevere que éste le dio la orden de difundir la información que no fue real, el mismo que con evasivas salía por sus fueros indicando “que de lo negativo se obtiene algo positivo”.
Escuchábamos que el justificativo fue la realización de una “evacuación preventiva” término que jamás se utilizó en el informe radial, cuando en realidad a eso de las 11 am en la cuenta del Instituto Geofísico Nacional en dos fotografías cercanas al volcán,jamás existió la presencia de lahares – dichas evidenciasvideográficas fueron ya retiradas de la web institucional-.
En momento seguido esta cadena radial provincial, donde las dizque autoridades opinaban de todo y no decían nada, fue interrumpida por la sabatina presidencial donde se recogía el termino evacuación preventiva sumado a la conmoción interna acontecido el 15 de agosto de 2015 en Latacunga, dando como resultado el Decreto 755 donde se establece el Decreto de Excepción.
Esta decisión ejecutiva desde un primer instante llamó la atención porque descontextualiza las razones de adoptar esta situación, que a pesar de tener las consideraciones del proceso eruptivo del volcán Cotopaxi, consagraba que existió conmoción interna y no desastre natural, dentro de cuyo ámbito podía encasillar el levantamiento indígena, protesta social y resistencia; así como, haberlo hecho a nivel nacional cuando el origen y consecuencias las tenemos en dos provincias: Cotopaxi y Pichincha; además, pensar en restringir los derechos de reunión y tránsito, cuando lo que más vamos a ejercer en la ciudad los ciudadanos/as son precisamente salir de nuestros domicilios, y luego agruparnos en los albergues o en las zonas de seguridad. ¿Cómo pueden proyectarse a limitarnos estas dos prerrogativas que son naturales con el desastre del Cotopaxi?, al parecer pensaron en el levantamiento indígena y no en la inminente erupción.
La implementación de la censura previa en la información no se analizó hasta el día domingo 16 de agosto, cuando en un programa de opinión en un canal de televisión local se narró lo que ustedes leen, e inmediatamente la SECOM pidió copias de los CDs de audio y video para analizar la posible sanción por haber transgredido la censura previa.
Claro son dos medios: uno televisivo y otro radial, que han sido críticos al oficialismo; lo reprochable fue que el medio radial que reprodujo la información errónea originada por el Gobernador de Cotopaxi, jamás se le inicio ninguna investigación administrativa y peor aún penal, cuando de por medio existimos víctimas que a partir del 15 A, fueron los responsables del cambio radical en nuestra forma de vivir en esta hermosa ciudad y con nuestro inigualable coloso andino.
La utilización política del estado de excepción más allá de la asignación de recursos, que los tiene sedados a las autoridades de la provincia; constituyó un acto abominable, descarado, que no tiene un calificativo adecuado dentro de la razonabilidad humana, solo comparado con las que un ENTE sin moral y sin sentimiento, pudieron realizarnos.
Ese Decreto ha sido utilizado en Saraguro y Macas, lugares que no tienen relación con el Cotopaxi, pero que encasillo para dorar de constitucionalidad y legalidad la represión de la fuerza pública en contra de miembros de una comunidad indígena.
Latacunga ya no es la misma, nuestros hermanos y hermanas, están saliendo del terruño, hay desesperación por vivir tranquilos lejos del volcán, a estas alturas se busca casas de arriendo, nuevos trabajos, otras formas de salir adelante, porque por más esfuerzo que se haga siempre hay el miedo de morir.
Que rara que es esta “Revolución”, nos PROHIBEN OLVIDAR por decreto, por la censura previa obliga que decir, escuchar y aceptar, y que no. Qué de bueno hay en esta “estrategia” de sacar provecho de la adversidad, cuando no podemos dormir, nos alertamos ante cualquier alarma, estamos desconsolados, del derecho a la verdad nos está siendo negado, porque no conocemos si hubo víctimas fatales, yo al menos vi dos accidentes que luego desmintieron descaradamente las autoridades y encima, nos obligan a callarnos y a aceptar la persecución y sanción por decir una verdad material.
Después del programa televisivo del día domingo 16 de agosto los “dueños de la verdad” a los dos profesionales que participamos en el foro fuimos tachados de “mediocres”, sí con orgullo, porque es mejor ser ignorantes que abusivos con la naturaleza y la verdad, sí, porque preferimos ser de talla intelectual limitada que ensuciadas nuestras manos y almas por la megalomanía, sí, porque defendemos la dignidad de nuestra ciudad y sus habitantes, antes que un proyecto perverso de continuidad en el poder.
Por las víctimas, por los ausentes, por la naturaleza, por nuestro temor racional a la muerte, por el abandono, por la impunidad, por la burla de nuestros sentimientos…por todo esto requerimos que este capítulo sádico se conozca y se sancione, o al menos quede evidenciado para futuras responsabilidades de aquellos que prefirieron utilizarnos como objetos, para atacar a sus opositores.
PROHIBIDO OLVIDAR EL 15 A, cuando la muerte visitó Latacunga y no quiere irse por el estado de excepción.