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Inocencio Tucumbi murió en las protestas sociales de octubre

Por Super User
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u00c1ngel Tucumbi habla sobre la vida de su padre Inocencio.

Universidad  Salesiana – Quito. El dirigente José Inocencio Tucumbi Vega, de 50 años, salió de su comunidad Juigua Yacubamba, en Pujilí, hacia la ciudad de Quito para participar en el paro nacional.

El miércoles, 9 de octubre de 2019, desayunó junto a su hijo, Ángel y su familia en la casona universitaria. Tenía los pies con ampollas y decidió quedarse ayudando en la cocina, pero en horas de la noche fue trasladado al hospital Eugenio Espejo producto de un impacto en la cabeza. Su hijo, Ángel no pudo ir a la casa de salud por la disposición del toque de queda que impedía circular por instituciones estatales.

Aquí el testimonio de Ángel Tucumbi, de 20 años, hijo de Inocencio, dirigente indígena que falleció durante el paro nacional la noche 9 de octubre de 2019, en el hospital Eugenio Espejo.

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«Mi padre se llamaba Inocencio Tucumbi Vega se dedicaba al campo, a la agricultura y a sacar los alimentos a los diferentes pueblos. Él trabajaba más en el campo hasta cuando yo tenía 10 años, pero por el estudio migramos al cantón Pujilí.

Somos 7 hermanos y mi madre María Aurora Tulmo. Mi padre era un músico y tocaba los platillos, la trompeta, el trombón, el bombo y nos heredó una agrupación que se llama Los brothers del Ecuador, solo hermanos.  Nos heredó y gracias a mi padre queremos seguir luchando hasta donde se pueda.

Él era un líder, administraba las comunidades y era presidente de la comunidad.  Hacía gestiones, golpeaban las puertas de los alcaldes y sacaba proyectos, era participativo en el Movimiento Indígena Campesino de Cotopaxi (MICC).

Me acuerdo que una vez salió a protestar y se salvó de morir, era presidente de la comunidad. Le cayó una bomba lacrimógena en el pie, le llevaron al hospital y le curaron. Era bien participativo mi padre.

Nosotros sabíamos que mi comunidad iba para Quito a participar en las protestas de octubre, entonces hicimos un diálogo para ver quiénes iban y quiénes nos quedábamos en la casa. Justamente mi padre, mi hermano mayor, mi esposa,  mi otra cuñada y yo nos sumamos al paro, nosotros no podíamos quedar en la casa, teníamos que ir a hacer gente, ir a protestar al Presidente que estaba haciendo mal las cosas.

Habían personas que iban en carro, en motos, camionetas y camiones avanzaba hasta el sector de Tambillo. Ahí la fuerza pública nos atacaba a nosotros, pero igual pudimos pasar. Ingresamos hacia la ciudad, pasamos en carros, incluso mi padre se fue a pie, no sé por dónde, pero asomó al otro lado. Los dirigentes sabían que él faltaba y le esperábamos, luego llegó. Nos dirigimos a Quito.

Lo que me dejó heredando mi padre es que somos indígenas y que ante cualquier cosa que pase extienda la mano, si cualquier cosa acontece o está mal el país tenemos que protestar y salir, aunque estemos botados en la calle, aunque nos toque dormir en la calle, pero tenemos que luchar por nuestros hijos.

Cuando llegamos a Quito nos dejaron ingresar y la directiva dijo: “venimos para luchar, venimos para estar presente aquí”. Llegué y vi que esa zona estaba oliendo a gas, no se podía respirar aire puro. Vi que estaban heridos, estaban sangrando, era un caos total y esa noche dormimos junto a mi padre, madre y mis hermanos en un solo grupo. Nunca pensé que iba a perder a mi papá.

Nos sumamos  al paro nacional por todo el pueblo indígena, por lo que estaba pasando ante este Gobierno. Fuimos el día lunes hasta el jueves, día en que falleció mi padre.  Lo sepulté y luego decidí que tengo que ir otra vez [a Quito ] para luchar en el levantamiento indígena.

El día en que mi padre falleció salimos a las 7 de la mañana y fuimos a desayunar juntos con la comunidad. Yo le dije a mi padre, como ya estaba los piecitos con ampolla y no podía caminar, “sabe qué papá, usted quédese en la cocina porque no puede caminar»,  entonces me fui a seguir luchando.  Incluso fui a almorzar y mi padre había estado cocinando y me dijo: “¿No pasaste nada?”, entonces dije: “No, vengo tranquilo”.

No sé cómo salió de la Universidad Salesiana, donde nos refugiábamos, a eso de las 7 de la noche, él decide salir a luchar o a verme a mí o a mi mamá porque nosotros estábamos luchando junto a mi cuñada y mi hermano. Salió del refugio y se fue solo, ahí sucede el hecho violento de que la policía le dispara y le impacta en la cabeza, luego le va toda la fuerza pública encima. Él falleció, no aguantó el dolor y murió.  

Me dijeron que tiene un hoyo en la cabeza, pero ahora la ministra de Gobierno [María Paula Romo] sale diciendo que es una caída, yo quisiera decirle que yo estaba luchando, como quisiera que la ministra estuviese luchando ahí y hubiese visto la masacre que había.  Yo sabía lo que pasaba, yo me corrí esa noche, subí esa calle, nos vinieron atacando, nos siguieron con bombas lacrimógenas y todo lo demás. 

Después yo me entré al refugio y ya no vi a mi padre, me preocupé y a los dirigentes les dije: “sabe qué, no asoma mi padre”, pensaba que esa noche la fuerza pública lo detuvo, nunca pensé que mi padre ya estaba en el hospital.

Me llamaron al celular y un médico me dijo: ´su papá está en estado de coma, aún no está fallecido pero está en estado de coma`. Me preocupé, no sabía qué hacer. Mi hermano mayor Gustavo se vino  [a Cotopaxi] a traer un poco de medicinas, un poco de ropa para cambiarnos. No sabía qué hacer esa noche, en la universidad no nos dejaban salir ya que estaba en toque de queda, tenía que resignarme y esperar al otro día. Amaneció a las 5 de la mañana y me dejaron salir,  me fui con un dirigente de mi comunidad para identificar a mi padre, pero ya estaba muerto.

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Inocencio Tucumbi fue velado en la Ágora de la Casa de la Cultura y luego trasladado a su tierra natal en Latacunga. Ahora Ángel vive en Pujulí con su familia y cada que escucha un estruendo de un relámpago o un fuego pirotécnico se pone inquieto y triste, recuerda a su padre.

Es fundamental que la Fiscalía General del Estado garantice una investigación diligente, independiente y autónoma para esclarecer la verdad de los hechos y que este caso, que involucra a agentes policiales y no a un hecho fortuito o accidental, sea investigado por civiles, tal como lo establece los estándares internacionales.

 

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