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Más allá de la solidaridad

Por Super User
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INREDH

09/06/2009

Más allá de la solidaridad


 

 Más allá de la solidaridad

¡Exigimos que cese la represión y la violencia estructural en la extracción de recursos en territorios de los pueblos indígenas de Perú y Latinoamérica!

 El martes 09 de junio organizaciones sociales, ambientalistas, indígenas, de derechos humanos,  juveniles  realizaron un plantón frente a la Embajada de Perú, en Ecuador, para rechazar  la violencia generada por el gobierno de Alan García, contra comunidades indígenas. Con pancartas, tambores y consignas como “Alan García, eres genocida” “Fujimori y García la misma porquería” rechazaron la masacre en Corral Quemado, en la Amazonía peruana y también rechazaron el modelo de desarrollo que  necesita de la violencia para implantarse en Perú, Ecuador y otros países de América Latina.

 En Perú, al igual que en Ecuador, desde hace varios años atrás, las empresas trasnacionales extractoras de recursos naturales, se encuentran presionando por políticas adecuadas para ejercer su negocio depredador. A esto lo llaman“seguridad jurídica que atraiga la inversión extranjera” Los ecuatorianos y ecuatorianas recordamos estas grandiosas palabras cuando nos ofrecían el cielo eterno con la firma del Tratado de Libre Comercio. Ecuador no firmó el TLC con Estados Unidos, pero Perú sí lo hizo y, justamente, este tratado es el que ahora exige a Perú, contra su propia constitución, reformas a leyes y políticas cada vez más agresivas en el marco del neoliberalismo. 

Estas políticas promovidas por el principal extractor y consumidor de recursos del mundo: Estados Unidos, son las que justamente Alan García está dispuesto a cumplir contra toda resistencia. Por eso, sin reparos y a través de decretos, quiere acabar con la propiedad colectiva de las tierras indígenas y  lotizar la Amazonía, para permitir el libre ingreso de las empresas extractoras de materias primas.  Por supuesto, las comunidades indígenas protestaron, con un resultado nefasto, de indígenas y policías muertos, con un número todavía incierto ya que varios cadáveres habrían sido echados al río.

 

Lo sucedido en Perú, en este momento en el que el capital necesita recuperar fuerzas a través de la extracción de recursos naturales, puede ser una realidad en cualquier país de América Latina.

 

A pesar de que en el panorama mundial y de relaciones internacionales el Ecuador está alejado y no ha aceptado varias de las políticas económicas (TLCs) y militares (Base Militar de Manta) de Estados Unidos, el modelo extractivo de materias primas, basados en el capital de inversión extranjera y trasnacional no ha cambiado, ni tiene señas de querer cambiar.  Recientemente, el presidente Rafael Correa dio el visto bueno para la extracción de los recursos del ITT en el Parque Yasuní, y aprobó la entrada de grandes empresas trasnacionales para la implantación, (por primera vez en el país) de la minería a gran escala. Proyectos extractivos como el que quiere ejecutarse en la Cordillera del Cóndor para explotar oro, traspasan los límites ecuatorianos y llegan a Perú, formando una especie de “soberanía extractiva trasnacional” donde la única legislación es la que establece la empresa extractiva y el mercado mundial.

 

En este panorama, las comunidades indígenas, ancestrales, campesinas son un estorbo, ya que el “modelo de desarrollo” que plantean (si se puede plantear así desde esta cosmovisión) rompe con “las reglas del mercado y la extracción”. Los pueblos indígenas de Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, Paraguay, Chile, Venezuela, Brasil y otros países de América, plantean otro modelo de vida, en el que la naturaleza no es un “objeto extraíble” y el ser humano no está al servicio del dinero. Es por eso que son atacados, ya sea al estilo “García y Uribe” con brutal represión o al estilo “Camuflaje” de políticas “democráticas” de división territorial y fractura organizacional.

 

“Hay que defender la democracia, no estamos en la época de dictaduras. La represión en la democracia no existe”, dijo Pinocho, y el embajador peruano ante la OEA, y ante el asombro de quienes todavía creemos en unas relaciones internacionales un poco más decentes del gobierno ecuatoriano, el embajador de Ecuador, Efrén Cocíos declaró: «nuestra profunda preocupación por la situación generada por estos hechos y nuestro respaldo a la democracia y al estado de derecho y orden legítimamente constituido». ¿El embajador acaso no está enterado que el mismo presidente del Consejo de Ministros Peruanos, Yehude Simons, en una reciente entrevista televisada, dice de manera indirecta, que detrás del levantamiento indígena está el gobierno de Ecuador, que quiere dañar la capacidad productiva petrolera del Perú y evitar la competencia?

 

A la final parece que dentro de un modelo económico basado en la extracción de recursos, sea cual sea en discurso las diferencias ideológicas, sea que un país reciba más ganancias por la explotación, y tenga políticas “más dignas” de repartición del pastel, cualquiera que sea la situación de cada país, a la final los dos están comiendo de la misma mano. Ojalá el gobierno de la revolución ciudadana por comer más pastel, no recurra a las mismas prácticas de violencia y masacre que el gobierno neoliberal de Alan García.

 

Por tal razón todas y todos quienes formamos la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos, INREDH, más allá de la solidaridad que es necesaria, exigimos que cese la represión y la violencia estructural de extracción de recursos y despojo de territorios contra los pueblos indígenas de Perú y Latinoamérica.

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