La no violencia activa juega un rol fundamental en la exigencia social, ya que muestra el poder de una sociedad organizada para sensibilizar y exigir al Estado a través de acciones pragmáticas, objetivos viables y la protesta con propuestas. La calle, los espacios públicos y el diálogo entre pares son los lugares en los cuales se manifiesta la pugna por los derechos y, por ende, deben desarrollarse en el marco de la no violencia activa y con una gran dosis de creatividad.
El objetivo de esta campaña es visibilizar las protestas en el espacio público; potenciar la creatividad con que las organizaciones y colectivos cuentan, y fortalecer el alcance del mensaje, la visibilidad mediática, la convocatoria y la participación de actores sociales. Es necesario generar estos procesos al interior de las organizaciones para diseñar las acciones creativas y llevarlas a cabo.
Tras las manifestaciones de junio de 2022, se ratificó la necesidad de fortalecer las herramientas de incidencia que visibilicen la legitimidad de los sectores sociales para dar a conocer sus pedidos y que sean escuchados a través de un diálogo formal y equitativo. Asimismo, se recalcó el papel de las mujeres como sujetos activos e impulsoras de experiencias y actitudes pacíficas.
La no violencia como estrategia de transformación social implica, en esencia, un cierto nivel de riesgo porque atentamos contra el statu quo y contra los intereses políticos y económicos de actores que se están beneficiando de estas desigualdades. En ese sentido es necesario establecer los protocolos básicos para minimizar los riesgos, reducir nuestras vulnerabilidades y reforzar nuestras capacidades.
Otros de los temas que se hablan dentro de esta campaña son la legitimidad y legalidad de las acciones de la no violencia activa; el papel de la primera línea en la protesta social; así como las acciones del movimiento runa, que pueden ser la protesta colectiva (minka) o la toma espacios públicos a través del uso creativo del arte (danza, música y pintura).