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Reconfigurando la norma: Una perspectiva sobre las personas con discapacidad

Por Voluntarix
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¿Qué es lo normal?  

Según la Real Academia Española (RAE) lo normal es aquello que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano (adj. 4), sin embargo, dada esta definición podemos llegar a considerar que lo normal es de alguna manera patologizar o hacer de estas diferencias algo negativo o que van en contra de las reglas, de hecho, existe una rama de la medicina que estudia las patologías.  

Si buscamos en internet nos remiten que es el estudio de las enfermedades, sin embargo, si lo desglosamos en sus palabras raíces y sus significados etimológicos pathos y logos. Pathos se refiere a las emociones o el sufrimiento y logos a la razón, el estudio o la conciencia, entonces la patología se refiere al estudio del sufrimiento. 

 ¿Acaso el ser diferente debería ser sinónimo de sufrimiento?  

No, no debería ser así, sin embargo, esto no es así y aquellos que escapan de lo normal son relegados, marginados e invalidados ante la sociedad ya que no son cuerpos funcionales al sistema de producción en el que vivimos. 

¿Cómo llegamos a esto? 

Pues bien, el patologizar proviene desde tiempos inmemoriales en el mundo occidental, el poder ha hecho de esta normalidad una herramienta más, para poder controlar y hacer de la sociedad una sociedad disciplinada que ayude a mantener el sistema. A partir de lo normal surge la norma como una herramienta para ejercer el poder, esta es legítima ya que se da a través de un pacto social, este pacto social está dado mediante el consenso implícito entre la sociedad. En este acuerdo implícito, las minorías tienen menos incidencia, por lo que las particularidades de quienes las conforman no se consideran realmente. 

Esta norma empieza a ser vista como herramienta de control, desde su texto Hernández (2013) menciona que:  

Se parte entonces del supuesto según el cual la norma es un principio, no únicamente de inteligibilidad y racionalidad de un campo de objetos de la realidad, sino y antes más bien, de posibilidad y legitimación de cierta forma de ejercicio político. La función de la norma es la de otorgar una sanción, una calificación, y correlativamente, efectuar una corrección. La norma no pretende excluir o rechazar aquello que no se ajusta a su exigencia, sino que aspira a hacer reconocible la diferencia para posteriormente reintegrarla a sus límites. Se puede afirmar que la norma no tiene por objetivo deshacerse de lo que no se le corresponde, sino que es, antes bien, un proyecto de intervención y transformación que incide sobre los objetos a los que se aplica –y que constituye– en su ejercicio mismo”. (P. 83) 

La norma no busca como objetivo principal excluir o rechazar a lo que no se ajuste a su realidad, sino implícitamente y para insertarse en la sociedad como verdad absoluta busca que la norma sea parte del razonamiento de las personas para que tomen sus premisas como una premisa válida e incuestionables. 

Si se entiende la premisa de que las diferencias son negativas como verdad absoluta, sigue el relacionamiento de los individuos como parte del proceso de normalización donde se empieza a determinar diferencias de la multiplicidad biológica como normales y diferencias anormales. A continuación, las personas empiezan a asumir roles de superioridad e inferioridad en base a las diferencias aceptables y no aceptables.  

Personas con discapacidades: 

Conociendo cómo funciona el sistema en el que nos desarrollamos es necesario saber que las personas con discapacidad ya existían desde hace mucho tiempo atrás, sin embargo, no era algo que les preocupase a los Estados o los gobiernos dado que eran una minoría que por lo general era excluida de los espacios públicos, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial quedaron como resultados un número significativo de personas con discapacidades es ahí donde los Estados sintieron la necesidad de intervenir ya que los consideraban un lastre social y económico. 

Por consiguiente, empezaron a surgir programas, declaraciones y políticas públicas de carácter asistencialista que invisibilizaban e identificaban a las personas con discapacidad como portadoras de derechos, con ciertas limitaciones dadas sus condiciones asignadas de retrasados mentales o impedidos. En el año 1971 surgió la declaración de los derechos del retrasado mental en donde los consideraban como personas deficientes y que no son capaces de desarrollar su vida de manera “normal”. En 1975 surgió la declaración de los derechos de los impedidos donde declaran que son personas que no pueden valerse por sí mismas por sus deficiencias físicas o mentales. 

En este punto es aceptada como verdad absoluta esta aseveración sobre las personas con discapacidad, como aquellas personas que no pueden valerse por sí mismas y solo pueden acceder a ciertos derechos. Esto ocasiona que se empiece a tomar una posición de superioridad ante las personas con discapacidad, a quienes consideran inferiores por el condicionamiento físico o mental que se les atribuye, por lo tanto, sienten la necesidad de “ayudarlos porque ellos no se pueden valer por sí mismos”.  

Para las Naciones Unidas en la convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad (2006) ya existe una reconceptualización de los términos y perspectivas diferentes para referirse y tratar a las personas con discapacidad en donde se menciona que “incluyen a aquellas personas que tengan físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y activa en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás” (Art. 1) . Es decir, de manera legal ya son reconocidos y buscan velar por el cumplimiento de sus derechos a través la comunicación, visibilización, ajustes razonables y acciones afirmativas.  

De manera legítima esta reconceptualización no se está reconociendo ni por los Estados ni por la sociedad a quienes aún les cuesta reconocer legal y legítimamente a las personas con discapacidad, siguen construyendo sociedades con barreras estructurales tangibles e intangibles. Ya que, asumen de manera irreflexiva lo que necesitan y lo que es mejor para las personas con discapacidad sin incluirlos en estas decisiones importantes por el mismo hecho de pensar que por su “incapacidad” no lograrían tomar dichas decisiones. 



https://youtu.be/SBLiBLb23ZA?si=uDX56rL33gTL46tt 

Finalmente, llamo a la reflexión a cada una de las personas para conocer y reconocer verdaderamente que las personas con discapacidad no solo deben ser vistas como alguien que no puede realizar ciertas actividades o no pueden ser partícipes de lo que llamamos vida “normal”, sino que los alentemos y apoyemos mediante la educación y aprendizaje sobre las personas con discapacidad a realizar su vida “normal” desde sus diferencias no como algo negativo y menospreciando.  

Bibliografía

Hernández, R. (2013). La positividad del poder. La normalización y la norma. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. México. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5895396 

Naciones Unidas, (2006). Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Sexagésimo primer periodo de sesiones de la Asamblea General mediante la resolución A/RES/61/106. https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/convention-rights-persons-disabilities 

Real Academia Española. (2023). Significado de normal. https://dle.rae.es/normal 

Fundación Prevent. (2015). LO INCORRECTO. Una nueva mirada hacia la discapacidad. Video. https://www.youtube.com/watch?v=SBLiBLb23ZA 

 Autor/a: 

Damaris Sánchez  

Bibliografía: Estudiante de Trabajo Social de la Universidad Central del Ecuador. Mujer indígena apasionada por lo que hago, buscando aportar con mi granito de arena para lograr los cambios en pro de la justicia social y el empoderamiento de las personas. Siempre dispuesta a adquirir conocimientos, conocer la realidad de la sociedad e involucrarme en diversos procesos para defender los derechos humanos. 

 

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