El orden y el poder desde el control de las narrativas visuales. La agenda Gestalt del Gobierno de Noboa

Se asocia constantemente el incremento de operativos militares y policiales con la idea de seguridad. Esas figuras de orden y protección generan la sensación de un trabajo coherente a nivel institucional que en realidad no es la solución a la disminución de la violencia. Han pasado casi dos años, el resultado no ha variado ni ha mostrado cambios significativos. 

La mente tiende a completar por sí misma información, lo hace con aquello provisto por un tercero o simplemente hay una aceptación de información incompleta, imprecisa y ambigua superficialmente consecuente con lo que se muestra en la televisión, las redes sociales o en un espacio desde el cual nos hablan los políticos. El cierre en estos espacios se traduce como la percepción de que todo está bien al anunciársenos logros, avances, luchas eficaces o resultados positivos que no se detallan o no alcanzan un valor realmente significativo. La técnica construye estratégicamente el uso del discurso sin necesidad de manipular los hechos. Maneja promesas, proyecta escenarios e impresiona con un compromiso de erradicación de las problemáticas sociales.  

Han anunciado reducciones de criminalidad o capturas masivas a delincuentes y narcotraficantes, aunque las cifras no estén claras. Resulta debatible si realmente se está erradicando la problemática o si es como en el caso de la situación en El Salvador, se cubren cuotas con falsos positivos de detenidos. Un claro ejemplo de ello fue la muerte de los 4 de Las Malvinas, los miembros del operativo militar excusaron sus actos en la emergencia y combate al crimen organizado, aunque se trataban de niños. De nuevo, el ciudadano reproduce y valida un ideal propuesto desde el oficialismo sobre un país más seguro a costa de arrestos arbitrarios, uso excesivo de la fuerza y discursos de la necesidad de aplicar “mano dura” por parte de policías o militares que combaten criminales incluso si en las calles aún se siente la inseguridad día a día. 

Hoy es común consumir información encapsulada. La gente prefiere contenidos mucho más esquematizados y resumidos. Lo que queremos conocer sobre el mundo y lo que acontece en él debe ser fácil de entender, recordar y repetir, no se requiere más de una lectura o dos como máximo. El principio de pregnancia se basa en: reducir la complejidad informativa para poder hacerla fácilmente asimilable. La memoria colectiva se relega a percepciones rápidas, impactantes y asimilables como slogans, símbolos, imágenes o gestos positivos. El esfuerzo por asimilar lo que leemos con la realidad deja de lado la criticidad y la duda ante mensajes, resultados o consciencia sobre las consecuencias reales de cada una de las acciones tomadas desde la Asamblea Nacional o por el Gobierno.  

Ya lo planteó Byung-Chul Han, la sobreexposición informativa reduce nuestra capacidad de atención, un efecto visible en la política digital ecuatoriana. Incluyendo sus postulados sobre cómo la positividad elimina el pensamiento crítico, a más información menos reflexión y la falsa idea de que nos comunicamos libremente. La pregnancia evidencia la incomodidad social ante lo negativo. La gente preferirá las promesas traducidas en bienestar y progreso, esquivando los problemas estructurales actuales. 

“El nuevo Ecuador no se detiene” es el slogan que se reproduce rápidamente entre medios y redes sociales, es fácil de recordar, se centra en la idea de que habrá cambios, aunque la efectividad de sus acciones no se refleje en la realidad ni la actualidad. Es el mismo efecto con frases como: “no vamos a negociar ni a retroceder”, “soy un pésimo enemigo”. Su gestión deja de cuestionarse para seguir esperando a futuro un resultado acorde a ese slogan. La propaganda publicada en entornos digitales en los que habitamos acelera las tendencias que son perceptivas y políticas, consumimos imágenes y frases, no argumentos. 

Este principio en especial se apoya en el uso de las redes sociales donde los matices se pierden entre montañas de información y la elección de la simplicidad por sobre un análisis informativo con fuentes confiables. Memes, hashtags, trolls, imágenes compartidas y otros materiales visuales o audiovisuales pueden también ser limitantes a la comprensión crítica de los sucesos actuales. En la pregnancia hay una correspondencia anclada a la simplicidad y claridad de la información, borra matices y provoca que los ciudadanos entiendan la parte positiva más no lo que hay detrás de esa etapa de levantar un “nuevo país”. La esperanza se sobrepone a las proyecciones en aumento de violencia, desempleo y desigualdad. 

Vale cuestionarse si, ¿las percepciones dominan los hechos? El problema no necesariamente sería la simplicidad de la información, sino el riesgo en el que pone a la capacidad de análisis, limitada cuando todo se reduce a lo visual; el ciudadano es un consumidor y espectador pasivo de una promesa hecha desde su posicionamiento: “esta nueva generación cree y apuesta por sus mandantes porque solo se debe a ellos.” En suma, tenemos a medios tradicionales como amplificadores para fijar la imagen del gobernante, ganando confianza entre la ciudadanía con el riesgo de que en un futuro se quiebre ese espacio entre lo real y la percepción creada. 

Como advierte Manuel Castells, el poder se construye en los procesos de comunicación, y las redes de comunicación son las nuevas fuentes del poder, convirtiendo a la Gestalt en una herramienta útil para reconocer como se moldean realidades. Finalmente, el gobierno de Daniel Noboa consolida una narrativa política que sustenta el poder mediante el control de la percepción de las personas, en ello predomina la imagen y la emoción por sobre la reflexión y el análisis. La estrategia configura una ilusión sobre: orden, progreso, confianza y cercanía. Su política es visual y busca persuadir a los ciudadanos. Su desafío actual es mantener la estabilidad simbólica configurando una esfera pública donde la percepción suplanta a lo real. 

En este marco, la transparencia en la comunicación institucional debe ser reclamada por la ciudadanía para que sea un canal de información más que un filtro del gobernante en turno. El desafío al que nos enfrentamos las personas ecuatorianas es recuperar espacios y apropiarse de políticas comunicacionales donde se cuestionen los relatos impuestos, exigir la verdad como parte de una vida digna y priorizar una democracia auténtica.