Quito, Ecuador. Vicente Heriberto Rúales Reina, de 43 años, es restaurador en el centro histórico de Quito. El 12 de octubre de 2019 salió a las manifestaciones, en el sector de la Alameda. A las 14:45 fue impactado por un perdigón que le generó un trauma ocular.
Ahí testimonio de Vicente
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«El día sábado no había transporte, no había noticias en casa, no hubo información, entonces yo le digo a mi hijo y a mi cuñado vamos a ver qué pasa acá, para ver lo que sucede. Nos subimos hasta La Alameda, vimos que estaban manifestantes, policías, haciendo las bullas. Yo me indigné bastante de ver cómo se estaba maltratando al pueblo, de ver como se estaban matando unos a otros porque estaban lanzando perdigones, yo entré a la protesta pero en son de paz, ningún insulto. Mi grito de guerra: la lucha es el camino y únete pueblo.
En esa protesta que estuve me quedé en estambay en el centro de los policías y manifestantes, cuando me di cuenta recibía las piedras de los manifestantes y de los policías.
Ese día el viento estuvo a nuestro favor porque las bombas que ellos nos mandaban les regresábamos y vi que los señores se quedaron sin municiones policiales y tuvieron que usar la fuerza de los militares. El día sábado llegó un helicóptero a la calle Pazmiño y Gran Colombia, llegan y se instala el helicóptero y lo que hacen es dispararnos a la gente, la mayoría de perdigones al rostro, ni siquiera era a los pies, era a quema ropa, en ese instante.
Me llegó un perdigón en la mandíbula y otra en el cuerpo a una distancia de 30 metros, en ese instante yo me saqué la camisa y dije que no hagan eso, que nos van a matar, que somos pueblos, que nosotros solo queremos que se derogue la ley 883. Cuando llegó el helicóptero llegó un pelotón policías y militares que sacaron corriendo a los militares, mi astucia fue ponerme al resguardo a una cuadra, irme por el otro lado y me quedé solo. Nos iban a rodear, fui caminando, caminando y vi otra barricada donde había policías y militares, le daba ánimo de que no se rindan porque la lucha es así, la lucha no iba a matarnos, la lucha es conseguir dialogar, pero no nos dejaban dialogar, no podíamos dialogar, entonces yo les llamaba a los jóvenes para poder hacer algo, porque eso era masacre.
Yo llevaba un escudo de protección, yo me descuido un instante y me llegó a 20 metros, vi como un militar me apuntó al rostro, entonces yo fue envestido por un perdigón en mi ojo izquierdo, en el cual en el instante, gracias a los paramédicos que me habían inyectado no sentí el dolor, pero me causó más angustia, me causó dolor y me causó indignación, me nació el coraje e utilicé palabras grotesca contra los policías y militares. Pensé que solo era un golpe en la manifestación y me di cuenta que era un perdigón, porque cuando llegué donde unos médicos me dijeron usted tiene un trauma ocular, usted tiene que ser hospitalizado.
Entré al hospital a las 14:00, en el Eugenio Espejo y me siento preocupado por mis familiares, pido que me dejen salir, pero me dicen que no puedo salir.
Mi diagnóstico era trauma ocular que podría yo llegar a perder el ojo, entonces me dijeron que me quede reposando para que pueda recuperar mi ojo, hice lo que ellos me dijeron. En la actualidad no puedo ver. Tengo tres hijos.
Fue impactado por un perdigón en el ojo
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