Se lo conoce como Javier, tiene 32 años, nació el 17 de diciembre de 1986. Un apasionado por el fútbol y en especial por el Fútbol Club Barcelona y su estrella Leonel Messi. Javier Ortega Reyes vivió sus años de adolescencia en la comunidad de Valencia, playa de Gandía, España. Allí cursó la secundaria, pero la nostalgia y el apego a su patria pudieron más y decidió regresar al Ecuador para iniciar con sus estudios de Comunicación Social en la Universidad Politécnica Salesiana en la ciudad de Quito.
Años más tarde, su padre, su hermano y hermana también volvieron al país. Para ese entonces Javier ya había culminado sus estudios de periodismo y había ingresado a la redacción de Diario El Comercio, primero en calidad de pasante, pero su sagacidad y sentido por la noticia le valieron el contrato definitivo en este medio, en el cual labora desde hace ocho años.
Los temas relacionados con la seguridad y la justicia siempre están en su pluma. Atento a los detalles, cauteloso y con la convicción de informar con responsabilidad lleva adelante reportajes vinculados con las leyes del país y lo hace con un enfoque humano, con un profundo respeto y apegado a lo que la ética dicta, como lo hizo con el reportaje sobre las personas cubanas deportadas en julio del 2016 () o el reportaje sobre personas desaparecidas, en septiembre de 2015 ( ).
Sensible al dolor de todos los sectores sociales, también cubrió el dolor de los militares y las familias de los militares que perecieron en un accidente aéreo, en marzo del 2016. ( ) “Los gritos de los hijos de los soldados caídos en Pastaza retumbaron ayer (16 de marzo) en la capilla que se improvisó en la Escuela Militar Eloy Alfaro (Esmil) de Quito. Los pequeños se abalanzaron hacia los féretros y acariciaron las banderas que se colocaron encima. Así, intentaron ver por última vez a sus padres. El llanto de los niños estremeció a los militares y civiles que asistieron a la ceremonia religiosa”, empieza relatando Javier Ortega sobre el sepelio de los militares.
Aunque las características de las fuentes que cubre hacen que su jornada de trabajo se extienda hasta la noche, trata de conjugar la pasión por el periodismo con la pasión por el balón. Los miércoles son el día marcado en la agenda para colocarse los botines, avanzar por la media cancha, armar una jugada y anotar para su equipo; pero no solo eso, también apuntó al atletismo, participando en las carreras de Ultimas Noticias.
Hoy la silla de Javier en la redacción de El Comercio está vacía, su sonrisa contagiosa ya no flota por el ambiente y la solidaridad que lo caracteriza en su casa es una falta permanente para su familia. Su mascota lo echa en falta por las noches, cuando llegaba a casa, cansado de la jornada, pero siempre lleno de cariño.
Su habitación está intacta desde el domingo 25 de marzo cuando partió hacia Esmeraldas para cumplir con su trabajo. Los carteles de Leonel Messi, las banderas, las camisetas y el resto de sus artículos del club catalán reposan en este lugar al que ahora ingresan su familia, su abuela, sus primos, sus tíos, quienes no descasarán hasta que vuelva sano y salvo.
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