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Juliana Campoverde

Por Super User
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Historia


Era un sábado como el día de hoy. Un sábado cualquiera de la ciudad de Quito. Una madre y su hija mayor se han levantado temprano pues ambas tienen sus respectivos locales comerciales que atender. El de la hija, Juliana o “July” para la gente más cercana, es un pequeño local naturista que lo ha puesto para ayudar en la economía de su casa. No porque lo necesite, sino porque siempre ha sido una joven emprendedora que le gustan los retos.
Además, está por entrar a su primer año de la carrera de Biología en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador y quiere ahorrar para su vida universitaria. Manejar un negocio a los 20 años de edad implica gran esfuerzo y disciplina -cualidades que no siempre están presentes en alguien tan joven-, pero July es una chica destacada y ha aprendido a asumir sus responsabilidades.
July es una mujer muy alegre y carismática, con un especial gusto por la música. De hecho, ella misma tiene dotes de canto. Le encantan la naturaleza, los viajes, los animales, la vida en la tierra en general. Le gusta escribir y llenar páginas y páginas de lo que le sucede o de lo que piensa, sobre todo al final del día o cuando no hay mucha clientela en el local. Casi todos sus cuadernos están rayados y tiene llenas sus páginas de anotaciones. No necesariamente a modo de un diario, sino que simplemente siente que escribiendo, sus pensamientos fluyen mejor.
Quizá, sobre lo que más escribe es sobre su amor a Dios. July es una joven muy creyente. Desde muy pequeña, asistió con su madre a una iglesia evangélica cerca de su casa en el sector de la Biloxi, en el sur de Quito. July tenía 9 años cuando se unió a esa congregación y, desde pequeña, se ha relacionado de forma cercana con la gente de la Iglesia y sus pastores. Ellos le han inculcado la convicción de cumplir con la ley de Dios, estudiar la Biblia y participar activamente en las actividades de la iglesia.  

Juliana Campoverde ingresó con su familia a la Iglesia Oasis de Esperanza cuando tenía 9 años de edad. Foto: archivo familiar

Aquella mañana del sábado 7 de julio de 2012, July se levantó, hizo sus oraciones matutinas, se bañó, se vistió con una blusa y un jean y bajó a desayunar. Su madre, Elizabeth, la esperaba en la cocina y desayunaron juntas. Conversaron sobre lo que harían ese día. July le contó a su madre muy emocionada sobre la cita que tendría esa tarde con Fabián -el joven con el que ella salía-, y se mostraba alegre pero incrédula de que, después de tantos problemas y obstáculos, finalmente iban a poder estar juntos. Elizabeth sonreía mientras escuchaba a su hija. Su pequeña había crecido sin que ella se diera cuenta y no es que le alegrase de sobre manera que su hija saliera con un chico mayor a ella, pero los  últimos meses fueron caóticos para July, entonces su madre estaba feliz de ver a su hija sonriendo nuevamente.
Durante los meses anteriores, July se había mostrado triste y agobiada, pero Elizabeth y su familia desconocían la razón. Habían noches en que Elizabeth regresaba del trabajo y encontraba a July encerrada en su cuarto; cuando se acercaba a su puerta escuchaba lamentos y llantos y cuando le preguntaba si estaba bien, podía escuchar claramente a través de la puerta cómo July se aclaraba la voz, se limpiaba las lágrimas y respondía “Nada mami, tranquila y déjeme sola”. Elizabeth siempre había tenido una relación muy cercana con su hija y le rompía el corazón saber que algo andaba mal con ella. Esos últimos meses, se había puesto a pensar y pensar en noches sin sueño, si la razón por la que July estaba tan triste podría tener algo que ver con la iglesia o con sus pastores. En ese momento no sabía el porqué de estas sospechas… ni podía prever lo acertadas que resultarían ser. 
Los pastores ejercían serias presiones sobre Juliana y Elizabeth. Como cuando insistían a los feligreses de la Iglesia diezmar mediante sermones de horas, recordándoles que el que no diezma “no tiene la gracia de Dios por egoístas y mundanos”. Como resultado de esta coerción, Elizabeth procuraba siempre diezmar cuando tenía la posibilidad de hacerlo, pero, como ella vivía de su negocio, había temporadas difíciles en que se veía impedida de entregarlo. “Ya cuando las cosas estén mejor, lo haré. Dios no se resentirá conmigo”, pensaba. Sin embargo, cuando no podía diezmar, el pastor de la iglesia se acercaba a su negocio y preguntaba cómo iban las cosas y cuando Elizabeth le respondía que no del todo bien, el pastor le replicaba: “¿Sabe por qué no van bien? ¡Porque no diezma. Si diezmara, Dios le ayudaría en su negocio!”.
El pastor, además, requería a los miembros de la iglesia en sus sermones que le cuenten todo “para poder ayudarles”. Y “todo” incluía: en qué trabajaban, en dónde vivían, cuánto ganaban, dónde estudiaban, cuáles eran su planes a futuro, a dónde se irían de viaje, qué se querían comprar, en dónde iban a invertir, quiénes eran sus amigos y sus parejas, y así. Por supuesto, nadie les obligaba, pero si como feligreses no hacían caso, los pastores hacían ver como si estuvieran ignorando, desobedeciendo o fallando a Dios. Y nadie quería eso.
Por otro lado, la hermana de Elizabeth, relata que el pastor era especialmente invasivo con ella -incluso más que con los demás. Él, con frecuencia, le llamaba casi a la medianoche para brindarle “consejerías” y, asimismo, cada vez que se encontraban, se aproximaba a ella de manera excesiva, al punto de incomodarla. El Pastor también había ido a visitar al local a Elizabeth, sobre todo cuando no asistía a la iglesia. O la llamaba, o la visitaba y le preguntaba por qué no habían ido, recordándole que no debe faltar. De hecho, solo unos meses antes de los hechos, otra feligrés había denunciado en plena iglesia los acosos que recibía del pastor principal, de lo harta que estaba de las mentiras y de las presiones; por lo que, ante el gran asombro de todos, se levantó y se fue.
Elizabeth, sin embargo, había aprendido a aceptar estas prácticas “raras” por decirlo menos, todo porque había creído que era lo que Dios le pedía. Así, durante años, Elizabeth socavó las llamadas, las visitas, las indirectas en los sermones y las miradas contra ella, aunque también, poco a poco había ido lentamente separándose de las actividades de la Iglesia. ¿Pero July? July era otra historia. July estaba enamorada de su iglesia y de sus pastores y sentía que así demostraba su amor a Dios. Y mientras July era feliz, Elizabeth pudo tolerarlo o incluso entenderlo. No estaba del todo de acuerdo con esta pasión de su hija, pero no por ello la iba a detener. Pero cuando toparon los sueños y los deseos de su hija, eso fue otra historia.
July había crecido para ser una joven muy guapa, pero aun así, en su devoción a Dios, nunca había tenido un novio y la mayoría de sus amigos o eran cercanos a la Iglesia o tenían que ver con ella. Conforme se fue acercando a su mayoría de edad, empezó a interesarse más en los chicos. Eso sí, siempre lo primero que hacía era llevarlos a la iglesia. Para July era muy importante que su cita también profesara la religión cristiana. Así que cada vez que empezaba a salir con un chico era un requisito sine quae non (condición sin la cual) que vaya y se presentara en la iglesia. El problema era que los pastores veían muy mal este comportamiento de July. Le reclamaban y le reprochaban que debía consultarlo con su pastor JC primero. El primer novio de July duró apenas un par de semanas. July había sido convencida por los pastores de que había cometido un error, que Dios tenía algo grande reservado para ella y que no había sabido escuchar su voluntad, que el camino que tomó era uno del “demonio” y que debía abandona esa relación para retomar rápidamente el camino correcto. Elizabeth había considerado esto muy extraño, pero al menos hasta entonces, había confiado una vez más en que los pastores tuvieran razón.

Juliana Campoverde junto a su hermano pequeño. Foto: cortesía de la familia

Texto completo en «July Campovede: la crónica de una desaparición»

Cronología


Memoria sobre el caso de desaparición de Juliana Campoverde, joven que fue vista por última vez el 7 de julio de 2012, en el sector de la Biloxi, en el sur de Quito. La última persona que tuvo contacto con la joven de 18 años fue el pastor evangélico Jonathan Carrillo. La información corresponde a hechos documentados del caso y la escasa información otorgada por Jonathan.

En 2003, Juliana Campoverde, de 9 años, ingresa junto a su familia a la Iglesia Evangélica ‘Oasis de Esperanza’, en el sector de la Biloxi, en el sur de Quito. Desde ese momento, todas sus decisiones debían ser consultadas con los pastores, incluso si visitaba a su padre.
En 2011, Jonathan Carrillo le dijo a Juliana Campoverde que: “Había tenido una revelación de Dios”, según la cual ella debía casarse con su hermano Israel Carrillo,también pastor de la iglesia.
En diciembre de 2011, Jonathan Carrillo creó el perfil falso en Facebook con el nombre “Juan Solano” para acercarse a Juliana a través de esta red social y manipularla usando la palabra de Dios.
En mayo del 2012, Juliana y su familia abandonan la iglesia “Oasis de Esperanza” debido a que los pastores de la iglesia intentaron influir más en las decisiones personales de miembros de la familia y especialmente en Juliana.
El 7 de julio del 2012, Elizabeth Rodríguez junto a su hija encuentra inusualmente a Jonathan Carrillo en el sector de la Biloxi, sur de Quito. Ese día, Juliana fue desaparecida.
El sábado 7 de julio de 2012, a las 19:51, Elizabeth recibió un mensaje del celular de Juliana en el que decía “conocí una persona y me voy con él, cuanto las cosas cambien le hago llegar las cosas del local”. Su madre Elizabeth aseguró que no era su hija la que escribió el mensaje, pues ella no se expresaba de esa forma.
El 8 de julio del 2012, la familia de Juliana intentó presentar la denuncia por la desaparición de su hija, sin embargo, no recibieron respuestas ni la atención debida. El pastor evangélico Patricio Carrillo, padre de Jonathan, pidió a la familia de Juliana que no la busquen en la Policía sino en fronteras o en otro lado.
El lunes 9 de julio del 2012, la tía de Juliana Campoverde recibió una llamada de Patricio Carrillo afirmando que ha orado mucho por ellas y que en 20 minutos recibirán una respuesta de Juliana. No pasó ni diez minutos y la madre de Juliana recibió un mensaje de texto a su celular que decía: “Estoy bien en Cuenca. En cuanto pueda les aviso, no tengo internet”. Ese mismo día desde el perfil de Facebook de Juliana se publica: “Hola amigos. Gracias por su preocupación. He tomado mis decisiones y quiero que las respeten”. Su madre siempre afirmó que los mensajes posteriores de Juliana, no eran ella. Este último mensaje se envío desde la IP del trabajo de Jonathan Carrillo.
El 8 de agosto del 2012, Jonathan Carrillo confesó que él creó el perfil falso Juan Solano en Facebook.
El 18 de mayo del 2014, se presentó el primer informe de la reconstrucción de los hechos del caso. Jonathan Carrillo se acogió al derecho al silencio durante estas diligencias, aunque en la primera reconstrucción dijo que se encontró con Juliana y su madre, pero no la volvió a ver y que los días posteriores estuvo trabajando.Luego Jonathan Carrillo aceptó que vio a Juliana, pero en los días posteriores y que no había dicho nada por un supuesto sigilo de confesión que la joven había solicitado. En la audiencia se comprobó que en la religión evangélica no existe tal figura.
En 2017, la Policía Nacional pudo determinar a través del código IMEI que Jonathan Carrillo usó el chip del celular de Juliana en su propio teléfono para realizar una llamada a una operadora que no le correspondía y para revisar los mensajes de voz. El 9 de julio de 2012, Jonathan envió el último mensaje desde el celular de Juliana a Elizabeth. Esta fue la última prueba falsa de vida que el pastor dio sobre Juliana.
En 2018, la Fiscalía General del Estado designa a la fiscal de género, Mayra Soria, para que continúe con la investigación de la desaparición de Juliana.
El 5 de septiembre del 2018, se dicta prisión preventiva contra Jonathan Carrillo, por el delito de secuestro extorsivo de Juliana y se inicia la instrucción fiscal.
El 10 de noviembre del 2018, tras 6 años de supuesto sigilo, Jonathan Carrillo, en la última reconstrucción de los hechos, dijo que Juliana murió en sus manos por una caída accidental y que arrojó su cuerpo en la quebrada Bellavista, al norte de Quito.
El 7 de noviembre de 2018, el pastor evangélico Patricio Carrillo colocó una acción de protección en contra de Inredh y Covidefem por una supuesta violación a su derecho a la integridad física, psíquica y moral, vida libre de violencia, no discriminación, derecho a la manifestaciones religiosas y presunción de inocencia de Jonathan.
El 30 de noviembre del 2018, la jueza de la Unidad Penal Yolanda Portilla aceptó la reformulación de cargos en contra el pastor evangélico Jonathan por el delito de secuestro extorsivo con resultado de muerte de Juliana.
El 2 de mayo del 2019, la jueza Yadira Proaño dicta auto de llamamiento a juicio a Jonathan Carrillo por el delito secuestro extorsivo con muerte de Juliana.
El 2 de julio del 2019, el Tribunal de Garantías Penales de Pichincha instaló la audiencia pública de juzgamiento contra Jonathan Carrillo. En el alegato final de la defensa, el abogado Paúl Ocaña menciona que, en última instancia, aceptan los cargos de secuestro simple de Juliana.
El 2 de julio de 2019, el Tribunal de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha conformado por los jueces Rita Bravo, Cenia Vera y Raúl Mariño resolvieron desechar el recurso de apelación presentado por el pastor evangélico Patricio C. en contra la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (Inredh) y el Comité de Lucha contra la Violencia Desapariciones y Feminicidios.
El 17 de julio del 2019, el Tribunal de Garantías Penales de Pichincha condenó a 25 años de prisión a Jonathan Carrillo por el delito de secuestro extorsivo con resultado de muerte de Juliana.
 

Estas son las evidencias por las
 que se acusó a Jonathan Carrillo
  •  Cuando Juliana Campoverde intenta alejarse o abandonar la Iglesia Oasis de Esperanza, el pastor evangélico Jonathan Carrillo ejecuta acciones de control y manipulación en la vida de Juliana.
  •  Un mes y medio después de abandonar la Iglesia y recibir amenazas, directas y codificadas a través de la Biblia, Juliana desaparece.
  •  Pruebas de radio base y versiones demuestran que el pastor recorría el camino de la casa al trabajo de Juliana antes de su desaparición.
  • El día 7 de julio del 2012, Juliana desaparece en el sector de la Ajaví. La última persona que tuvo contacto con Juliana fue Jonathan Carrillo.
  • Jonathan Carrillo crea, a partir de aquel día, pruebas de vida falsas: planta mensajes de despedida en la cuenta de Facebook de Juliana y simula ser ella mediante mensaje de texto dirigido a su madre.
  • Jonathan Carrillo en los días anteriores al 7 julio buscó información en Internet sobre dónde comprar escopolamina /burundanga en Ecuador, cómo rastrear una IP, cómo hackear Facebook y Hotmail. Luego de esto, se realiza la publicación supuesta de Juliana en Facebook. Minutos antes de la publicación, se cambia la contraseña
  • Durante un allanamiento en el domicilio del procesado, se encontró un listado de llamadas de Claro solicitados por éste, en donde se determina las llamadas que Jonathan realiza el día 7 de julio, así como su número de IMEI, el cual coincide con la última llamada realizada por la tarjeta SIM de Juliana.
  • Varios análisis de radio bases del sargento Tenorio determinan la confluencia de los teléfonos de Juliana y Jonathan C. en puntos clave de la investigación: Biloxi, Recreo/Motel Monteverde, Santa Clara).
  • El perito psicólogo, Ítalo Rojas, concluyó en el informe del 16 de septiembre de 2013 que tenía “la convicción de que Juliana había sido asesinada o estaba en algún lugar en contra de su voluntad y que el responsable único podría ser Jonathan Carrillo”, lo dijo durante la audiencia de juzgamiento en el caso de Juliana Campoverde del 2019.
  • Un peritaje psicológico validado por una trabajadora social fue realizado el 20 de noviembre de 2018 y determinó que Jonathan Carrillo tiene rasgos narcisistas, compulsivos y con poder y dominio por la religión, así como inmadurez sexual.
  • El perito informático, dijo en la audiencia de juzgamiento que el sistema Veritrax que registra el ingresó de los trabajadores al Instituto de la Meritocracia donde trabajaba Jonathan Carrillo sufrió adulteraciones en los registros de base de datos y cambios en horas de acceso del usuario Jonathan Carrillo el día sábado 7 de julio de 2012, día en que el pastor aseguró que laboró.

 
  Reparación: El Tribunal de Garantías Penales dictó cuatro medidas de reparación:

  • Oficie a la Secretaría Nacional de Planificación y a la Secretaría de la Presidencia de la República la creación de un Registro de Pastores, Pastoras, Líderes Religiosos, Ministros y Ministras de Cultos.
  • El retiro inmediato del nombre “Iglesia Oasis de Esperanza” de esa comunidad y deja prohibido el uso de este nombre para iglesias de esta denominación.
  • Que a la Fiscalía General del Estado y a la Policía Nacional del Ecuador se les imparta talleres y cursos en Género y Derechos Humanos
  • Y como medida de reparación material se dispuso el monto de 100 mil dólares para los padres

El Tribunal no aceptó las siguientes medidas de reparación:

  • Continuar con las búsquedas hasta que el cuerpo de Juliana pueda ser hallado y de esa manera su familia obtenga verdad, justicia y un cierre de su ciclo de duelo.
  • El cierre definitivo de la Iglesia Oasis de Esperanza y que se oficie al Cuerpo de Pastores de Quito y a la Iglesia Cuadrangular para que impongan las sanciones administrativas pertinentes.
  • Investigación y sanción a las y los funcionarios públicos que conocieron el caso de Juliana Campoverde.

El 18 de noviembre de de 2019, el Tribunal de Garantías Penales emite la sentencia escrita y se ratifica la culpabilidad de Jonathan Carrillo Sánchez por el delito de secuestro con resultado de muerte de la joven de 18 años, condenándolo a una pena privativa de libertad de 25 años y se dicta cuatro medidas de reparación.
El 22 de noviembre de 2019, la defensa de Jonathan Carrillo afirma que la acusación particular, junto con la carga probatoria presentada por Fiscalía no es suficiente para demostrar su culpabilidad, es decir, que quebranta el principio de presunción de inocencia de Jonathan. «La Fiscalía no podrá comprobar que hubo un secuestro extorsivo y que existió un resultado de muerte, porque no se podrá probar la materialidad, peor aún la responsabilidad de Carrillo», precisa su abogado.
El 26 de noviembre de 2019, Elizabeth Rodríguez solicitó la ampliación de la sentencia en torno a las medidas de reparación.
El 17 de diciembre de 2019, la familia de Juliana Campoverde presentó el recurso de apelación por las medidas de reparación integral con el fin de que se dicten la totalidad de medidas solicitadas ante el Tribunal y se garantice una reparación integral, especialmente de la búsqueda del cuerpo de Juliana Campoverde; el cierre definitivo de la Iglesia Oasis de Esperanza y la investigación y sanción de fiscales y agentes investigadores”. Además, que la reparación integral debería estar dirigida no solo para los familiares de Juliana sino incluso, debería tener un alcance en la sociedad ecuatoriana para evitar que estos hechos se repitan. También busca que el Tribunal no revoque la sentencia y se ratifique en culpabilidad y sanción a Jonathan Carrillo.
El jueves 27 de febrero del 2020, se instalará la audiencia de apelación a las 08h30 en contra de Jonathan Carrillo, en la sala 12, piso 4, del edificio de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha, ubicada en la calle Juan Severino, entre Diego de Almagro y 6 de diciembre, frente a la Plaza Argentina.
Más en: Juliana Campoverde

Multimedia


En este espacio te compartimos videos sobre la vida de Juliana Campoverde y el proceso judicial en búsqueda de verdad y justicia.

¿Qué elementos que vinculan a Jonathan Carrillo con la desaparición de Juliana?

Juliana, mi mejor canción


Sentencia


Primera instancia
En la sentencia escrita emitida por el Tribunal de Garantías Penales, el 26 de noviembre de 2019, se ratifica la culpabilidad de Jonathan Carrillo Sánchez por el delito de secuestro con resultado de muerte de la joven de 18 años, condenándolo a una pena privativa de libertad de 25 años y se dicta cuatro medidas de reparación.
Dentro de la sentencia de 91 hojas se señala: oficie a la Secretaría Nacional de Planificación y a la Secretaría de la Presidencia de la República la creación de un Registro de Pastores, Pastoras, Líderes Religiosos, Ministros y Ministras de Cultos; el retiro inmediato del nombre “Iglesia Oasis de Esperanza” de esa comunidad y deja prohibido el uso de este nombre para iglesias de esta denominación; que a la Fiscalía General del Estado y a la Policía Nacional del Ecuador se les imparta talleres y cursos en Género y Derechos Humanos; y como medida de reparación material se dispuso una indeminización económica.
Ver sentecia >>
Segunda instancia
El 22 de mayo de 2020, la Sala de lo Penal de la Corte Provincia del Pichincha presidida por la jueza María Patlova de los Ángeles Guerra emitió su sentencia escrita sobre el recurso de apelación presentada por las dos partes en el caso Juliana Campoverde.
Ver sentencia >>
 

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