Ha muerto un luchador, un demócrata… un amigo
Nació en la ciudad de Ibarra, el 25 de marzo de 1935, en un hogar dedicado a la agricultura y el comercio. No fue en un hogar pudiente, pero si con cierta holgura, lo que le permitió migrar a Quito para estudiar.
Durante su adolescencia se involucró con un apostolado, con los grupos más vulnerables y su defensa de los mismos, en el marco de su formación religiosa católica. Optó por llevar a la praxis la Doctrina Social de la Iglesia, pero no llega a hacer suyos los postulados de la Teología de la Liberación.
En el año de 1958 se graduó de Doctor en Jurisprudencia en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador e inmediatamente se incorporó como docente de su alma máter, impartiendo la cátedra de Derecho de Trabajo. Su visón progresista permitió cambios en pro de los estudiantes de la universidad, por lo que en 1970 fue designado Decano de la Facultad de Jurisprudencia e inmediatamente nombrado Vicerrector de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Como católico, en una época en que la religión determinaba la afinidad política, inició su acción política en el Partido Conservador; sin embargo, su trabajo al lado de los sindicatos de trabajadores, fue modificando su visión ideológica y caminando hacia la izquierda y la identificación con los postulados del movimiento indígena, no sin antes pasar por la democracia cristiana.
Su defensa de la democracia le significó ser perseguido político en la dictadura militar de Guillermo Rodríguez Lara y conminado a pasar una temporada en un destacamento militar de Montalvo, en la provincia de Pastaza. Superado este período y de retorno a la democracia, formó parte de la Democracia Cristiana y llegó al Congreso Nacional, luego presidió el Tribunal de Garantías Constitucionales y fue parte de los constituyentes que definieron la Constitución de 1998. Para entonces había ya asumido la visión política de los trabajadores y los indígenas por lo que promovió el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas y afrodescendientes que finalmente se incorporó, 10 años después, en la actual Constitución del 2008.
En 1998 fue nombrado Defensor del Pueblo (DPE), siendo el primero en ocupar dicho cargo al crearse ésta nueva institución autónoma en defensa de los derechos humanos.
Aquí se inició una larga y fructífera relación de amistad y asesoramiento con INREDH. La derecha, al darse cuenta de que la Defensoría del Pueblo podía constituirse en un espacio que cuestionara su poder y sus intereses, bloqueó la acción de Julio César Trujillo y no le otorgó el financiamiento requerido para que funcione la Defensoría. Trujillo no quiso ser un figureti y renunció.
En el año 2008 formó parte de los miembros de la Comisión de la Verdad, llevando a cabo un arduo trabajo de investigación sobre las graves violaciones de derechos humanos ocurridos entre los años de 1980 a 2005. Por haber demostrado su honorabilidad y ética profesional y política durante su trayectoria de vida fue nombrado miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción. Paralelamente, formó parte del movimiento por la defensa de los derechos de la naturaleza y contra el extractivismos, y fue miembro del movimiento Yasunidos.
En noviembre de 2011, asumió la defensa de nuestra compañera Mónica Chuji, quien había sido enjuiciada por Vinicio Alvarado, secretario de la Administración del gobierno de Rafael Correa. Hoy se están comprobando las afirmaciones de Mónica Chuji en relación a la corrupción y negociados imperantes en el gobierno correísta. En el Tribunal que juzgó a Mónica Chuji, Trujillo no se amilanó ante la presencia de Correa y todo su equipo de gobierno en la sala. Desde entonces Correa no perdió oportunidad para insultarlo en sus sabatinas.
Finalmente, en el año 2018, fue designado integrante del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) transitorio y electo presidente de este organismo, que tuvo entre sus labores la reinstitucionalización de los órganos de control del Estado.
Ha terminado su camino; pudo haber tenido errores, especialmente durante su militancia en la Democracia Cristina, pero supo asumirlos, rectificarlos y enrumbarse en la defensa de los derechos. Ha sido un camino de lucha incansable por la defensa de la democracia, los derechos humanos y de la naturaleza, así como también el reprochar y atacar los actos de corrupción en el Ecuador. Su vida le ha permitido llegar a los 88 años y a nosotros poder resaltar, como lo dijo él mismo, el hecho de “ser viejo, pero no ladrón”, algo que muy pocos políticos podrán asegurarlo.
Junto a su caminar estuvo su compañera de vida, su esposa Martha Troya, quien es también artífice de esta lucha; quien también debió vivir los vaivenes de nuestra política, las afrentas cuando se está del lado correcto, las burlas cuando se reivindica las utopías. Vaya para ella también nuestra solidaridad.
Su trabajo arduo, su honradez, su ética profesional y su lucha constante son y serán el legado que nos deja para continuar este camino por la defensa de los derechos humanos, de los pueblos y de la naturaleza.
Por la Asamblea General y el Equipo Técnico de INREDH
Mónica Vera Puebla Luis Ángel Saavedra
Presidenta Coordinador Ejecutivo