María Jacinta Almeida falleció la madrugada de ayer, 27 de junio de 2020, luego de que su salud se agravó, producto de los problemas pulmonares que tenía por su actividad comercial. María Jacinta llegó a Quito cuando tenía 18 años de edad, desde aquel entonces se convirtió en una defensora de los derechos de la comunidad GLBTI y participó en las marchas del Orgullo Gay.
Ella luchó junto al Colectivo Coccinelle y otras organizaciones sociales en el proceso de despenalización de la homosexualidad en Ecuador en la década de los 80 y 90 cuando la homosexualidad era sancionada con la privación de la libertad. La lucha y constancia de la comunidad GLBTI logró que el 25 de noviembre de 1997, el inciso primero del artículo 516 del Código Penal de Ecuador fuera derogado. Este artículo tipificaba como delito la homosexualidad en los siguientes términos: “En los casos de homosexualismo, que no constituyan violación, los dos correos serán reprimidos con reclusión mayor de cuatro a ocho años”.
Pese a esta resolución, los actos de discriminación, los golpes, las detenciones ilegales e incluso las muertes violentas contra las personas trans continuaron. María Jacinta relataba: “Antes era terrible, por el hecho de ser gay ibas preso ¡Vaya, súbalo! Antes era un horror, de debajo de la mesa nos sacaba la Policía”.
Jacinta, no solo fue integrante de Coccinelle que logró la despenalización de la homosexualidad en el Ecuador, sino que su accionar fue fundamental para la construcción de la Nueva Coccinelle, cuyo primer paso fue presentar, el 17 de mayo del 2019, una denuncia en contra del Estado ecuatoriano por el delito de lesa humanidad y el de persecución ocurrido en la década de los 80 y 90.
El informe de la Comisión de la Verdad reconoció que las graves violaciones de derechos humanos cometido por Estado desde 1984 hasta 2008 tenían como víctimas también al grupo GLBTI. Sin embargo, las denuncias de la comunidad GLBTI no se detallaron a profundidad, por esta razón la denuncia presentada el año anterior busca impulsar la investigación, judicialización y sanción a los responsables de las torturas, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas e incluso, posibles ejecuciones extrajudiciales contra la comunidad.
25 meses después de la presentación de la denuncia, los avances son ínfimos. No se han incorporado los peritajes pendientes, no se han nombrado los peritos que se pidieron el anterior año para exámenes médicos y psicológicos, entre otros. Además hemos denunciado constantemente el cambio de fiscales en el conocimiento de la causa, que al momento el proceso ya registra tres fiscales.
Jacinta, la mujer que saludaba siempre con una sonrisa y que era fuerte al momento de exigir respuestas a las autoridades, murió experimentado un sistema de justicia nulo. Murió sin el reconocimiento de la verdad de los hechos, sin que los responsables sobre las vejaciones a sus derechos sean judicializados y menos aún sancionados. Falleció sobre todo sin reparación integral que pudiera darle una vida digna o una respuesta efectiva a sus problemas de salud. Ni siquiera pudo constatar una investigación seria y constante de los hechos acaecidos contra ellas y sus compañeras de lucha.
De seguir así, con un sistema de justicia que no le interesa las víctimas ni sus familias, con un sistema de justicia tan quebrantado, ella no es ni será la última víctima que muera sin haber conseguido verdad, justicia, memoria y reparación.
La Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (Inredh) expresa su profundo dolor por el fallecimiento de María Jacinta Almeida y envía un abrazo solidario y fuerte a sus familiares, amigos y a sus compañeras de lucha del Colectivo Nueva Coccinelle.
Activista por la despenalización de la homosexualidad en Ecuador, Jacinta Almeida, falleció en la ciudad de Quito
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