Este 8 de marzo, Quito fue escenario de una multitudinaria marcha en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Desde las 10h30, miles de mujeres, colectivas feministas y organizaciones sociales partieron desde el parque El Arbolito rumbo a la Plaza Santo Domingo, exigiendo justicia, igualdad de derechos y el cese de la violencia de género.
Entre consignas y carteles, la movilización denunció la precarización de la vida, la violencia patriarcal, el racismo y el avance de las políticas neoliberales que afectan a las mujeres y diversidades en Ecuador.
Diana Viteri, del Movimiento Estudiantil Comunes, resaltó la importancia de un feminismo político e interseccional que reconozca las desigualdades de clase y el impacto estructural de la violencia. «Nos damos cuenta de que no estamos solas y que la violencia que hemos vivido no solo es individual, sino estructural. Nos violentan colectivamente, y por eso es urgente organizarnos. Que las compañeras se unan a la lucha, que tengan conciencia real de clase, que luchemos contra el capitalismo, el liberalismo, el patriarcado y el racismo. No podemos seguir aguantando que nos sigan matando y desapareciendo. Vamos a seguir alzando la voz hasta que podamos tener vida en paz», expresó.
La legisladora Jahiren Noriega también se sumó a la marcha, destacando la importancia de exigir políticas públicas efectivas con perspectiva de género. “Estamos aquí en una fecha de lucha y resistencia, conmemorando a quienes nos antecedieron y dejaron su vida para que hoy podamos exigir derechos. Es un llamado a parar esta guerra contra los sectores empobrecidos y racializados. Necesitamos una política de seguridad integral con enfoque de género y el fin de la criminalización de quienes han sido históricamente excluidos”, sostuvo.
El colectivo Kimia Pedagogías Críticas marchó con la consigna de defender el derecho al placer de todos los cuerpos. “La transformación integral que necesitamos empieza por la educación sexual y la educación de género. No podemos ser indiferentes, porque las violencias nos afectan a todos en nuestra vida cotidiana”, explicó Paz Saavedra, integrante del colectivo.
Uno de los temas presentes en la movilización fue la violencia gineco-obstétrica, una forma de violencia de género que aún permanece en gran medida invisibilizada. María del Carmen Moreano, del Observatorio de Violencia Gineco-Obstétrica (OVO), denunció que el 45% de mujeres entre 12 y 45 años han sido víctimas de este tipo de violencia en Ecuador. “Estamos recolectando testimonios para visibilizar esta realidad y generar conciencia sobre nuestros derechos en los servicios de salud”, señaló.
La movilización también contó con la presencia de la Asociación de Trabajadoras Sexuales Trans de Quito y la Fundación Furia Trans. Melany Obando, presidenta de la Asociación, enfatizó que las mujeres trans siguen siendo desplazadas y excluidas por el Estado y la sociedad. “Nos venden hospitales modernos, pero no tenemos acceso a salud integral. Nos siguen negando el derecho al estudio, al trabajo digno. Muchas de nosotras vivimos en la precariedad y el trabajo sexual es la única opción. Estamos aquí porque también somos mujeres y exigimos oportunidades”, declaró.
La marcha del 8M en Quito fue un reflejo de las múltiples luchas que convergen en el movimiento feminista. Desde el acceso a derechos básicos hasta la erradicación de la violencia estructural, las manifestantes dejaron claro que la resistencia continúa y que la movilización en las calles sigue siendo un pilar fundamental para exigir justicia e igualdad.
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