Por Yuli Gaona Cárdenas*
Un plantón irrumpe en la mañana fría de Quito. Lo conforman alrededor de 30 personas de la nacionalidad Waorani que dejaron los verdes profundos de la selva para hacerse escuchar en la Corte Constitucional del Ecuador.
Salieron de sus comunidades - un camino largo de siete días a través del río y a pie por trochas que solo ellas conocen - para llegar a Puyo y, de ahí, en un bus viajar durante cinco horas para llegar a Quito. El objeto: obtener respuestas sobre sus procesos legales. Al parecer, no solo sus demandas están estancadas, sino también el tiempo. Han pasado más de 50 años y 25 gobiernos desde que el estado mestizo explota los recursos naturales de su territorio sin que cambie lo precario de sus vidas.
Las mujeres encabezan el grupo de waoranis que empieza a moverse en círculos frente a la Corte Constitucional; van al ritmo de los chasquidos de los huayruros que llevan en sus tobillos y de las voces que cantan en su idioma ancestral. Son mujeres con una trayectoria histórica que han convertido sus voces en el símbolo de la lucha de su pueblo.
Sus palabras transmiten esa conexión con la naturaleza, los ríos, la lluvia, los animales y las montañas. Están al frente exigiendo sus derechos, tranquilas pero firmes. Una de ellas es Hueiya Alicia Cahuiya, una mujer wao que desde los 16 años participa en espacios organizativos.
Ella nació en el Parque Nacional Yasuní. El cementerio donde estaba la tumba de su abuelo fue destruido con la entrada de las petroleras. Ahora solo existen grandes estaciones petroleras. “Por eso yo salí”, cuenta Alicia, que pronto cumplirá 50 años. Desde ahí, la lucha se convirtió en su camino.
La guía de su abuela también influyó. Recuerda que cuando tenía ocho años, mientras caminaban por la selva, su abuela le dijo que busque una planta y la lleve consigo. Una vez en la casa, la sembró. “En cinco años, quiero ver el resultado de esa planta”, decretó su abuela. De vez en cuando, Alicia pensaba en ese ‘ajo de monte’ que sembró, pero, tras transcurrir los años, lo olvidó.
El plazo se cumplió y su abuela constató el resultado: una flor azul de aquella planta que juntas habían sembrado. “Tú vas a ser importante para pasar la voz al mundo. Te felicito”, fue su interpretación. Al recordar ese momento, Alicia fortalece su resistencia tal como se robustece la raíz de un árbol al entrelazarse con el corazón de la selva.
Cuenta que su sabia abuela continúo con el presagio. “Cada vez, en cinco años, tu planta te dará una flor. Seguirás luchando para tu cuerpo, para tu territorio que quieres. Eres muy buena”.
Hasta ahora tiene la planta en su casa. En una ocasión, cuando la planta floreció, Alicia lo relacionó con un momento decisivo en su vida. “Ha significado que yo por primera vez, como Alicia, iba a hablar en la Asamblea Nacional".
Alicia se refiere a su intervención del 2013, como vicepresidenta de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE), en la cual denunció públicamente la negligencia del Estado y se pronunció en contra de la explotación del Yasuní.
Ella confía en que su abuela, a través de la flor sagrada, seguirá guiando su camino.
El extractivismo y las luchas legales del pueblo wao
Antes, recorrían libremente por las 800 mil hectáreas que conforman su territorio en las provincias de Napo, Orellana y Pastaza. Esta extensión incluye el Parque Nacional Yasuní, donde se encuentra el núcleo de su cultura y su conexión espiritual.
Ahora, es un pueblo profundamente vinculado a la resistencia. El territorio Wao ha sido objeto de tensiones debido a la presión del extractivismo, particularmente en el bloque 22 del Yasuní, y ahora el bloque 43 o ITT, que están dentro de su territorio ancestral.
En los 10 mil kilómetros de extensión que tiene el parque hay alrededor de nueve bloques petroleros. Solo el bloque 43, el último en abrirse en 2016, tiene 246 pozos de crudo. En 2019, se logró una victoria judicial para suspender temporalmente la explotación petrolera en una parte de su territorio.
“Hemos venido acompañados de las mujeres y hombres, de los líderes de muy lejos; hemos venido con dolor, con hambre, porque estamos preocupados por nuestro territorio”, explicó Silvana Nihua, presidenta de la Organización Waorani de Pastaza.
A lo que, Ene Nenquimo, vicepresidenta de la NAWE, una organización que actualmente agrupa a 87 comunidades, acotó “no nos vamos a rendir. Si es de morir, moriremos con dignidad al frente. Mi respaldo total para la lucha que está al frente aquí”. Esa mañana del 14 de noviembre de 2024, pedían a la Corte que prioricen el caso, haciendo un salto cronológico. “Queremos que vayan allá para que ya nos dictaminen, porque si no es como que se dan la vuelta y la vuelta y no dan la importancia de la vida de las comunidades que están dentro del territorio”, explicó Nenquimo.
Asimismo, hacen un llamado al Gobierno de Daniel Noboa a respetar el derecho al consentimiento previo, libre e informado. Con esta insistencia quieren pensar que en Ecuador sí importa la vida de la selva, que los derechos de la naturaleza y los derechos de las comunidades son reales e importantes.
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La ‘civilización’ que trajo consigo el extractivismo también acarreó problemas sociales como la violencia intrafamiliar, el alcoholismo, enfermedades crónicas y abusos sexuales. Problemas que han marcado -de diferente manera- a las mujeres wao. Antes de que la empresa del extractivismo entrara, su lema o consigna era la unidad, armonía y tranquilidad, asegura la vicepresidenta de NAWE.
“Las mujeres, podíamos vivir libremente, o sea, sin ropa. Hoy en día nosotras no nos podemos exponer, vivir desnudas”, cuestiona la joven waorani Johanna Guiquita. Cuenta que ha visto embarazos a una temprana edad, debido a que “muchas veces las mujeres han sido seducidas por trabajadores del extractivismo”.
Ella ha escuchado frases como “a ver, si tú quieres estar conmigo, estate con mis compañeros”. Johana es clara: “les prostituyen a nuestras chicas y no solo se quedan con eso, sino que les graban videos”. Ella ha visto de cerca esos casos y cuando ha reclamado, la justificación ha sido que “ellas [las jóvenes wao] son las que nos seducen”.
La indignación resuena en sus palabras: “el estar al desnudo, no significa que nosotras estamos exhibiendo, es parte de nuestra cultura, parte de nuestra identidad”.
Otra joven waorani, Elisa Enqueri, coincide en que las mujeres son las más violentadas y afectadas. “Hemos visto que las mujeres se están muriendo de cáncer de mama, cáncer de útero, están muriendo de hepatitis avanzado, y antes no era así. Y hoy, actualmente hemos visto no solo mujeres, también los hombres se están muriendo”.
Elisa y su familia están cerca del bloque 16. Cuenta que ya no tienen esa libertad de ir al río, coger el agua y consumirla porque ya está contaminada. Cuando cazan y consumen de los animales, se enferman.
No solo las personas se enferman, la selva se ha enfermado, también, -aseguran- “porque sabemos que tiene espíritu”. Y los espíritus están pidiendo que no los destruyan. Ese llamado siente las mujeres wao. “Voy a seguir luchando hasta el final hasta que yo me muera. Cuando ya quedemos en paz, sin carreteras, sin pozos, ahí voy a quedar en paz”, explica Cahuiya.
Lastimosamente, por esa defensa, Alicia ha sido criminalizada varias veces. “Nos han denunciado para poner cárcel, como que nosotros hemos matado a las personas. Nosotros no estamos matando. Somos quienes hemos cuidado, hemos mantenido no solamente para la Amazonía, sino para la humanidad”.
Jaguares, protectores de la selva
Y esa consigna de cuidado la llevan hasta después de la muerte. “Cuando mueres te conviertes en un jaguar y sigues vivo espiritualmente, sigues protegiendo el territorio”, cuenta Enqueri. Y lamenta que cada vez es menos frecuente escuchar el rugido de estos espíritus, ya que, por la contaminación, se van y se aíslan.
Estas leyendas son transmitidas oralmente por las personas denominadas Pekinani, mediante cantos e historias. Es la esencia de su cultura: contar la historia desde sus propias voces sobre la defensa del territorio, defensa cultural y de conocimientos ancestrales.
Esa defensa se traduce en el "No exploten al Yasuní", uno de los gritos que se escucha desde muchos años atrás. Para Johana, sus abuelos y tatarabuelos ya defendían el Yasuní, y no con necesidad de dinero, “ellos luchaban porque querían que nosotros tengamos esa oportunidad de poder vivir libres en la selva".
Es la casa de todo el pueblo indígena y del pueblo waorani. Ahí tienen su educación, salud y su economía propia. ¿Por qué vamos a estar pidiendo a cambio petróleo y limosna?, cuestiona Cahuiya.
Todas estas mujeres waorani coinciden, además, que se debe trazar un rumbo diferente para su pueblo, que respete la conexión con su territorio y visibilice sus propuestas y alternativas al modelo extractivista.
Consulta Popular, cierre del bloque 43 ITT
La consulta popular se llevó a cabo el 20 de agosto de 2023, y más del 50% se pronunció en contra de la explotación del petróleo en el Yasuní. Pasó un año y esa decisión clave aún no se traduce en acciones concretas por parte del Estado ecuatoriano.
Por ello, la Organización de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE) reunió, en la Cumbre por el Yasuní, a líderes, comunidades y organizaciones sociales para discutir, reflexionar y organizar la defensa del Parque Nacional Yasuní y los derechos de las comunidades indígenas, en particular las comunidades waorani que habitan la región.
Para Enqueri, ese cambio está cerca. “Hemos visto un rumbo diferente para nuestros pueblos. No queremos que más extractivismo llegue a nuestro territorio. Queremos enfrentar eso, dejar eso, construir una ruta nueva”. La joven wao, luego de participar en los dos días de Cumbre, confía en que con las nuevas generaciones construyan las propuestas de políticas públicas y se entregue al Estado ecuatoriano y decir “ahí está el plan waorani, una ruta que queremos continuar para un futuro mejor”.
*Yuli Gaona Cárdenas
Comunicadora social con mención en periodismo de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador, defensora de derechos humanos y parte del área de Comunicación de Inredh. Con experiencia en la implementación de la Comunicación para el Cambio Social en la elaboración de estrategias comunicacionales para organizaciones sociales y comunidades afectadas.