Históricamente, la diversidad étnica ha sido parte del tejido social que busca una convivencia equitativa, sensible y empática; pero los estereotipos de la cultura mediática que se generan sobre ella propician que sea vulnerada, incomprendida y violentada.
Por esta razón, la Fundación Regional de Asesoría en los Derechos Humanos (Inredh) lanza una campaña contra del racismo, discriminación y la legitimidad de la protesta social pacífica y creativa, con la que busca sensibilizar a la sociedad sobre el respeto a los derechos humanos de todas las personas, colectivos, pueblos y nacionalidades, como agentes sociales de lucha y que están enfrentando las injusticias que afectan sus condiciones de vida.
Precisamente, dentro de las comunidades indígenas, la colectividad nace de un ñukanchik pura (entre nosotros), lema con un enfoque integral y sostenido tanto de mujeres y jóvenes en búsqueda de hacerse escuchar frente al racismo y discriminación en la protesta social. Alzar la voz de forma pacífica es legítima desde la colectividad de las organizaciones bases en contra las vulneraciones del Estado y los agentes de la fuerza del orden.
De ello también se tiene conciencia en el mundo afroecuatoriano, pues su filosofía (obunto) afirma que los derechos de unos deben armonizarse con los derechos del otro (“yo soy porque tú eres”).
La protesta social pacifica es una herramienta estratégica de organización y manifestación como colectividad y pueblo frente a la vulneración de los derechos humanos sean estos el racismo, violencia y el perfilamiento racial.
Así lo precisa el articulo 98 de la Constitución del Ecuador, “Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos”.